Entre los próximos proyectos que Amazon Prime Video tiene esperando en la guantera se encuentra 'Los Farad'. En ella representa la Marbella de los años 80, centrada en una familia que vive de la venta de tráfico de armas. La figura paterna, y por tanto el cabeza de familia, está interpretada por Pedro Casablanc, quien está buscando al digno heredero de su imperio.
Hablamos con el actor en el rodaje de la serie para que nos cuente las claves de su personaje y de la producción. Además, Casablanc recuerda su pasado en la interpretación y cómo la experiencia le ha ayudado a disfrutar más ahora que cuando era joven. Por otro lado, también rememora el clasismo que existía entre cine y televisión y una anécdota que sufrió y que le impidió conseguir un trabajo.
Pedro Casablanc, Miguel Herrán y Susana Abaitua en 'Los Farad'
¿Cuál ha sido tu mayor reto en este proyecto?
El mayor reto es enfrentarte a un texto nuevo y poder hacerlo tuyo de manera natural. Para mí es estudiar, es encerrarte y estudiar. Parece que no, pero a mí me cuesta. Igual hay gente a la que no, pero para mí es duro. Primero, aprenderte los diálogos bien. Cuando le preguntaban a (Anthony) Hopkins cuál era el secreto, decía: "Estudiar, estudiar y estudiar". Saberte bien el texto y que parezca que lo estás diciendo tú. Para mí ese es el mayor reto, porque por lo demás está siendo fácil y divertido, estamos en unos parajes maravillosos, subimos en barco... Aunque el reto del barco... Estar todo el día en yate con el mar picado y además rodar y que no se note que te estás mareando también es un reto. Pero bueno, esos son los efectos colaterales de esta profesión que es tan bonita y agradecida.
¿Se parece este personaje a otros que has realizado?
Este personaje es un buen padre de familia, un señor que quiere a sus hijos, es un padre de familia que se dedica a vender armas para que los otros maten. Intenta que su familia esté feliz y unida, pero es cierto que, como pasa en muchas familias, quiere más al novio de su hija que a su propio hijo. De alguna manera quiere que sea el heredero de su imperio.
¿Empatizas con estos personajes moralmente cuestionables cuando te toca interpretarlos?
Empatizo en el momento que dicen "acción" y "corten", en el momento en el que estoy haciendo la escena. El personaje en ese momento soy yo y si no empatizas contigo mismo, aunque sea con un criminal o con Bárcenas, que también lo he hecho. Empatizo con el personaje porque soy yo y las motivaciones que tiene el personaje las tengo yo. Por supuesto que lo puedo defender, no creo que se pueda hacer un personaje estando a la contra, yo entiendo perfectamente aunque luego lo critique y lo deteste por ser un tipo que se enriquece vendiendo armas. Su vida hay que interpretarla y hay que convertirse en él. Lo que pasa es que hay partes que están más cercanas a ti. Por ejemplo, yo soy padre y tengo hijos y sé lo que es intentar que tu familia esté bien y cohesionada y por una vez que te toca interpretar a un padre de una familia feliz en la superficie, pues muy bien. Lo que pasa es que por debajo hay una manera que va saliendo poco a poco. Eso es lo que tiene de interesante la serie.
Dices que tu personaje empatiza más con el novio de tu hija que con tu propio hijo. ¿Cómo va a ser esa parte intrafamiliar?
Tengo tres hijos en la serie, dos hijas y un hijo. Sin embargo, hay una trama ahí, que no se puede desvelar, en la que mi hijo Hugo siente celos de que su padre esté más enamorado del novio de la hija y que sea con el que se va de juerga, a tomar copas o al que le regala un gimnasio que con su propio hijo, pero eso puede ocurrir. Si mi hijo se dedica a una cosa que no me interesa, pues que él haga su vida que yo sigo en la mía. Mi objetivo aquí es que el imperio Farad perdure.
¿La serie va a mostrar una lucha entre hermanos por ser el heredero?
No como tal. Va por otro camino.
Después de tantos años trabajando como actor, ¿sigues aprendiendo cosas?
Siempre. Cada papel te va a enseñar algo nuevo, está claro. Cada buen papel te va a enseñar una cosa nueva. Yo no he dejado de hacer teatro nunca y el teatro es una escuela permanente. A cada reto que te enfrentas es un nuevo aprendizaje. Sí es verdad que la técnica, los años y la experiencia te dan una tranquilidad, yo disfruto muchísimo más ahora trabajando que cuando era más joven.
Rodaje de 'Los Farad'
¿Y con 'Los Farad' qué has aprendido?
Me he encontrado con Mariano (Barroso), que fue el director de mi primera película y también era su primera película, "Mi hermano del alma". Me he encontrado con un director muy exigente, que tiene muy claro lo que quiere. He aprendido de alguna forma a respetar la figura del director, a hacerle caso, que parece baladí, pero no lo es. Siempre aportas y la verdad es que las aportaciones que hemos hecho de alguna manera siempre son bien recibidas. Mariano también ha estudiado teatro, ha dirigido teatro, entonces sabe muy bien rebajar o poner en valor ciertas cosas que tú no te habías dado cuenta. Lo que más he aprendido ha sido una relación muy directa entre director y actor.
Te estás especializando en personajes malos. ¿Te preocupa el encasillamiento o siempre es más divertido?
Siempre es más divertido hacer el malo que el bueno. El malo siempre tiene más que hacer, más acción, tiene que conspirar, pensar cómo lo hace, meterse en la nocturnidad... Pero siempre son diferentes. Hay personajes arquetípicos de malos que no he querido hacer. Hay una serie que está emitiéndose y que me llamaron para un personaje tremendamente desagradable y ha llegado un momento en el que yo no quiero hacer ni de violadores ni de maltratadores de mujeres. Pero hay personajes malos que son gloria bendita.
En una entrevista dijiste que antes a los actores que trabajaban en televisión no los llamaban para cine. ¿A qué se debía eso?
Esto ha cambiado muchísimo. Somos un país lleno de prejuicios y complejos. Es muy complicado todo. No sé por qué en aquel momento se pensaba que el cine era el alto standing y la tele era lo más popular y mundano, tenía menos clase. El día que yo vi que en la entrega de los Goya todos los que salían eran de televisión, dije: "¿pero qué ha pasado aquí? ¿Qué ha cambiado?". Fue el año en el que la presentadora era Carmen Machi, que se había hecho su carrera haciendo 'Aída'. A partir de ahí todo se volcó y cambió. Este es un país en el que la mala tradición se conserva, pero las buenas no somos capaces. Es verdad que antes de todo esto se hacía una televisión, cuando Mario Camus dirigía televisión, con grandes actores, como 'Anillos de oro', 'Turno de oficio', que estaban (Juan Luis) Galiardo o Sancho Gracia. Luego vino esta época, del mundo de las teleseries que hemos heredado las plataformas, que parecía que había dos mundos: los que hacían televisión y los que hacían cine. Por no hablar de los que hacían teatro. Atravesar todo este bosque ha sido complicado.
¿Alguna vez te ha pasado que te dijeran que no porque venías de tele o teatro?
De tele concretamente sí. Fui a pedir trabajo a una oficina de unos directores de casting que estaban haciendo una película que dirigía Icíar Bollaín y me dijeron que no porque yo estaba haciendo una serie e Icíar no quería a gente de la tele en aquel momento. Yo no sé si ahora ha hecho películas con gente de televisión.
Los mundos ahora se entremezclan mucho, hay directores de cine que dirigen series.
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Ha habido tanto cambio. Quién nos iba a decir que esto de las plataformas iba a ser así. Ha cambiado todo tanto y han vuelto cosas que se habían perdido, de pronto surgen cosas nuevas... Es curiosa la evolución.