Un poco tarde, pero justo a tiempo para acrecentar la polémica. Pocos debates escapan a la pluma y opinión de Arturo Pérez-Reverte. Por eso, el sketch de Dani Mateo sonándose los mocos con la bandera de España en 'El intermedio' no iba a ser menos. El académico tuvo a bien compartir su parecer sobre el asunto en su columna de XL Semanal y la crítica es, como cabía esperar, bastante contundente.
Arturo Pérez-Reverte critica a Dani Mateo
"Hace dos o tres semanas asistí de lejos, aunque con curiosidad sociológica, a la polémica que se desató cuando un presentador de televisión, cómico o algo parecido, se sonó las narices en una bandera de España. Saltaron unos y otros a favor o en contra, haciendo del asunto, como acostumbramos aquí, cuestión de tuyos o míos, de demócratas y fascistas, de bronca y guerra civil. Es un gracioso provocador, decían unos. Es un mierdecilla sin puta gracia, decían otros", comenzó escribiendo Reverte.
El académico señaló que tiene "algún amigo humorista vitriólico a cuyo lado el fulano de los mocos y la bandera que acabó pidiendo excusas es un pastorcillo de Belén", poniendo como ejemplo a Edu Galán y Darío Adanti, de la revista Mongolia. "Son dos desaprensivos que, como dije alguna vez, no respetan ni a la madre que los parió; y a quienes los jueces, cuando sobreviven al ictus que suele provocarles sus espectáculos, atizan multas criminales. Quiero decir que ellos sí son humoristas cimarrones, sin dios ni amo, que en vez de buscar el aplauso fácil se la juegan de verdad, pues lo mismo se niquelan el ojete con la bandera española y la estelada catalana que llaman a la madre Teresa de Calcuta puto cacahuete y se descojonan del Islam".
"Nunca se me ocurriría insultar una bandera"
"Si me permiten la discreta chulería, tal vez tenga cierta experiencia, pues durante buena parte de mi vida vi destriparse bajo unas y otras", explicó después Reverte en referencia a su pasado como corresponsal de guerra. "Vi a demasiado sinvergüenza envolverse en banderas, como para respetarlas sin reservas, y a demasiada buena gente morir por ellas, como para despreciarlas sin reparos. Las miro con un educado escepticismo que no excluye el respeto, no por ellas sino por quienes las respetan, ni disipa el desprecio, no por ellas sino por quienes las usan con vileza. Las miro, en fin, no con equidistancia sino con ecuanimidad, que no es lo mismo; pero nunca se me ocurriría insultarlas.
De todas formas, cuando hablamos de provocación algo deberíamos tener en cuenta. Los que de verdad disparan contra todo son pocos. Lo que hacen casi todos es buscar el aplauso fácil de sus habituales, a quienes procuran no ofender jamás. Si en un programa de televisión un fulano se limpia los mocos en una bandera que no ama, lo hace porque a su público, el de esa cadena, el que lo sigue en Twitter, Facebook o en donde sea, le gusta o lo tolera. Incluso lo exige. Y una cosa son las ideas, reales o fingidas, y otra jugarse los garbanzos. Quien ve una televisión o sigue en las redes sociales a tal o cual personaje sabe a qué se expone. Conoce lo que puede esperar de él, y a ese público va destinado lo que el fulano en cuestión dice o hace.
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Si en España hay también humoristas basura, es porque hay un público que los jalea. No veo por qué han de ofenderse aquéllos a quienes no va destinada la basura, siempre y cuando esa basura no vulnere las leyes vigentes. Sin embargo, dentro de lo legal cada uno es libre de elegir. Basta con no ver esa televisión o no seguir a Fulano o Mengana en las redes sociales. Los disidentes, por su parte, también pueden sonarse en donde quieran, incluso en la foto del que se suena. Nadie lo impide, y sonarse es un acto libre", concluyó Reverte.