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La tarde del domingo 29 de noviembre, tuvo lugar en Polonia el Festival de Eurovisión Junior 2020, que concluyó con la victoria de Valentina, representante de Francia, mientras que Soleá, encargada de representar a España en el certamen, obtuvo un muy celebrado tercer puesto. Una cita musical que se repetía por segundo año consecutivo en el mismo país, algo inédito y que, al contrario que la versión "adulta", sí se celebró en este 2020 marcado por el coronavirus. De hecho, la pandemia determinó gran parte del desarrollo de toda la gala, empezando por el hecho de que los participantes no se subieron al mismo escenario y, de hecho, ni siquiera estuvieron en el mismo complejo durante la celebración del festival.
Los doce concursantes de Eurovisión Junior 2020, en una conexión desde sus respectivos países
"Se hicieron más esfuerzos. Algunos duplican, incluso triplican la cantidad que solemos hacer", confesó Martin Österdahl, supervisor ejecutivo del certamen, antes de la cita, al hablar de los cambios incluidos en el festival a raíz de la pandemia. Novedades entre las que se encontraba la presencia de un público muy escaso en Varsovia, lo que no impidió que realización apostara por ciertos sonidos artificiales para animar la ocasión, como aplausos o gritos de emoción. "Estoy impresionado por la flexibilidad y los esfuerzos realizados por las emisoras participantes y la anfitriona", alabó Österdahl, puesto que la final eurovisiva no solo requirió la emisión de actuaciones previamente grabadas en cada país de origen de los participantes, sino que también supuso un esfuerzo de coordinación para establecer conexiones para hablar con los concursantes tanto a lo largo de la gala, como en el reparto de puntos, algo que ya viene siendo habitual en cualquiera de las versiones del certamen.
Una actuación grupal muy curiosa
Los participantes de Eurovisión 2020 durante su actuación grupal
Ya en la recta final de la cita musical, se emitió una actuación grupal con todos los participantes, al ritmo de la canción "Move The World", lema de la décimo octava edición del Festival de Eurovisión. Para la ocasión, cada uno de los representantes grabó su performance en su país de origen, ante un croma, lo que permitió "juntarlos" a todos sobre el escenario de Varsovia. "Lo grabé con un croma y yo intentaba imaginarme que estaban a mi lado como se ve al principio, y estoy mirando a los lados", explicó Soleá en una breve entrevista para FórmulaTV, al hablar de la grabación de dicho momento, en el que lamentó que "no ha podido ser de verdad pero, por lo menos, parecía que estábamos juntos y eso es una alegría".
Las distintas actuaciones también pusieron sobre la mesa medidas que había tomado cada país para evitar contagios: hubo quienes se presentaron con bailarines con mascarilla (como el caso de la representante de Georgia o la propia Soleá), mientras que otros carecían de ellas. No obstante, predominaron las actuaciones en solitario, únicamente con el pequeño artista sobre el escenario. Además, como parte de las postales de cada país, los concursantes aparecían rindiendo homenaje a "las ocupaciones más importantes como el de médico o maestro", los "héroes silenciosos que contribuyen a cambiar el mundo cada día", especialmente durante la pandemia, tal y como explicó el coreógrafo del festival, Agustín Egurrola. "Ha sido un año muy difícil para todos, así que agradecemos a todos los que han hecho posible este show", declaró Österdahl, en plató, antes de dar paso al reparto de votos que coronó a Francia como ganadora.