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A María José Carrasco le diagnosticaron esclerosis múltiple cuando tenía 32 años. El pasado jueves 4 de abril, decidía poner fin a su vida, pero, debido al avanzado estado degenerativo en el que se encontraba, no podía hacerlo sola, necesitaba la ayuda de su marido, Ángel Hernández, quien le ha cuidado todos y cada uno de sus días. En España, el Código Penal castiga ente dos y diez años de prisión a quien "coopere con los actos necesarios al suicidio de una persona", pero contempla una rebaja de la pena si hay una petición expresa de la víctima y si esta padece una enfermedad grave. Aún así, Ángel decidía aceptar al fin la petición de su mujer y le ayudada a morir.
Ramona Maneiro en rueda de prensa
Las similitudes y diferencias del caso han provocado que la propia Ramona Maneiro convoque una rueda de prensa para los medios, que ha recogido también 'El programa de Ana Rosa', para atender a todas las llamadas que ha recibido estos días para expresar su opinión. La gallega ha querido agradecer la asistencia, pero ha aprovechado la ocasión para recriminar que solo se ponga el punto de mira en el tema cuando sucede algo. "Estas navidades, después de que se cumplieran 21 años, me llamaron pocos", expresaba, aunque quiso recalcar que algunos si le llamaron.
21 años sin avance
Con este discurso, la que se convirtiera en un símbolo del suicidio asistido, ha querido pedir a la sociedad que no se olvide del tema, que es necesario que se mantenga siempre presente en la mesa de debate, porque si solo se presta atención a cuando pasa algo, "se acaba olvidando". "Ya pasaron 21 años y no nos hemos movido una mierda", reconocía Maneiro al respecto. "Yo personalmente no veo el avance".
En cuanto al caso de Ángel Hernández, le ha querido dar "todos los ánimos del mundo" y ha confesado una "envidia sana" por el hecho de que él pudiera "despedirse de su mujer, de cara al público y agarrándola de su mano". "Me dio un vuelco al corazón", expresaba, para terminar por decir: "Es muy jodido ayudar a la persona que amas a marchar, a que se vaya tranquila".
Sus últimas palabras fueron destinadas a pedir, una vez más, la legalización de la eutanasia, convencida además de que si se hiciera los casos serían "muy pocos". "Toda esta gente solo está luchando para que lo legalicen", dilucidaba. "Luego dar el paso es muy complicado".