'Juego de Tronos' convirtió las muertes de sus protagonistas en experiencias realmente traumáticas, pero 'La Casa del Dragón' no ha necesitado asesinar a Rhaenyra y Alicent para rompernos un poco el corazón. Después de encariñarnos con las versiones más jóvenes de la heredera y la reina, encarnadas magistralmente por Milly Alcock y Emily Carey, el sexto episodio ha avanzado una década de golpe para presentar las interpretaciones de Emma D'Arcy y Olivia Cooke, las estrellas que nos acompañarán de aquí en adelante. De primeras, el cambio es chocante, pero el equipo de la serie nos promete que no tardaremos en adaptarnos.
"Fue una decisión consciente, porque se podría haber empezado la historia más adelante, pero sentimos que era realmente importante mostrar el principio con esas chicas como adolescentes y su amistad y cómo todo empieza a derrumbarse. Sentimos que era relevante para dar contexto. El desafío era: ¿nos acompañará el público?", nos explica la productora ejecutiva y guionista Sara Hess, con quien pudimos hablar junto a otros medios internacionales antes del estreno de la serie. Y aunque la precuela aún no había visto la luz, su equipo ya anticipaba lo que podía suceder cuando se produjera el cambio al frente del elenco.
"Van a amar a Milly y Emily al principio y, después, ¿cómo vienes con nuevas personas y les haces sentir inmediatamente que permanecen en la misma historia? Aun así, creo que cuando conseguimos a nuestras actrices, dejó de ser un problema. Olivia y Emma son tan potentes que, cuando empiezas a ver el 1x06, las ves y piensas, '¿Son ellas? Oh', y entonces te metes de lleno y no sientes que se pierda el ritmo", indica Hess, que reconoce que la sala de guionistas reconfiguró su modus operandi para suavizar la transición: "Hicimos el sexto episodio de una manera ligeramente diferente para que se pasara más tiempo con cada personaje, en vez de ir de un lado a otro, para que las perspectivas se asienten y el espectador se aclimate. Pero en realidad creo que, una vez que ves a Olivia y a Emma, no echas la vista atrás. Estás listo."
Terremoto para asentar los cimientos
Antes de que HBO diera luz verde a 'La Casa del Dragón', ya había descartado dos versiones del proyecto. Entre los motivos aducidos para desechar aquellos borradores se encontraba la fijación de George R.R. Martin por plasmar la erosión en época de paz, ya que para comprender plenamente el impacto de la Danza de los Dragones, primero había que esparcir las semillas de la guerra. "Fue un gran desafío, porque quieres reflejar el paso del tiempo, pero no desorientar al público completamente. Así que decidimos que al principio los personajes eran niños, de verdad, todavía no habían alcanzado la edad adulta. Íbamos a cambiar de actores", recuerda Ryan Condal, cocreador de la ficción junto al propio Martin, reivindicando lo insólito de este movimiento.
"A nivel estructural, aunque seguro que existe, no se me ocurre ninguna otra serie que haya hecho esto en concreto. Por ejemplo, 'The Crown' lo hizo con mucho éxito, pero entre temporadas, mientras que nosotros estamos teniendo el atrevimiento de hacer que, en muchos sentidos, el sexto episodio sea un segundo piloto de la serie", avisa Condal acerca de esta suerte de reinicio, que nos traslada a una Fortaleza Roja plagada de niños, es decir, de potenciales herederos de los dos bandos enfrentados.
De esta manera, el conflicto se antoja cada vez más cercano, y no será necesario ir dando más saltos para que empiece a brotar la sangre: "Fue un gran desafío cuando estábamos planeando la temporada, pero creo que las futuras temporadas, si tenemos la suerte de hacerlas, se contarán de manera mucho más lineal, ya que cuando estalla la guerra básicamente todo pasa en tiempo real". Por tanto, la segunda entrega, ya confirmada, asumirá un esquema más convencional, posibilitado por el extenso lapso generacional recorrido por la primera.
Emily Carey y Milly Alcock en 'La Casa del Dragón'
Separadas en todo momento
Precisamente por lo clara que tenían Condal, Hess y el resto de guionistas la arriesgada estructura de la primera temporada, se tomó una decisión para distinguir ambas eras: Alcock y Carey no debían conocer a D'Arcy y Cooke... aunque fue imposible evitarlo. "Insistimos muchísimo y quedamos con ellas en secreto, las dos. Yo fui a tomar unas copas con Emma y Emily comió con Liv", reconoce Alcock.
"Quedó claro desde el principio que no era algo accidental. Fue una decisión que tomaron Miguel [Sapochnik] y Ryan porque querían que nos centráramos en lo que estábamos haciendo y que no pensáramos en dónde debía acabar. Solo querían que el viaje fluyera. Y obviamente, confiamos en que Emma y Olivia recogerían el testigo de manera correcta", añade Carey, cuyo paso por 'La Casa del Dragón', al igual que el de Alcock, está enmarcado en un contexto muy diferente al que atravesarán sus contrapartes adultas. "Diez años es mucho tiempo. Es como si interpretáramos personajes totalmente diferentes. Son versiones diferentes, y es como si fueran personas diferentes. En el mundo real, diez años ya es mucho tiempo, pero en el caso de estas mujeres hay mucho que madurar. En ese mundo pasan muchas cosas y hay circunstancias que las obligan a cambiar".
Olivia Cooke y Emma D'Arcy en 'La Casa del Dragón'
Diez años después...
A lo largo de los cinco episodios anteriores, 'La Casa del Dragón' nos ha acostumbrado a asimilar las elipsis, y la renovación parcial del reparto -que no solo afecta a las dos protagonistas- es otro gesto de confianza plena en la implicación del público. "Creo que esto muestra que ha pasado mucho tiempo y se enriquece a nivel histórico y de sucesos. Cuando conoces a las versiones de Alicent y Rhaenyra de Olivia y Emma por primera vez, te da la sensación de que han pasado muchas cosas que no has visto en pantalla. Tienes que inclinarte en el sofá y ponerte al día. Eso forma parte de la experiencia atractiva e interactiva de ver la serie. No es una experiencia pasiva. Pide al espectador que se active, conecte y calcule esas cosas que no se están mostrando ni contando, y que de alguna manera dibujan una historia fuera de pantalla a medida que avanzan los episodios", expone Condal.
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Ahora el balón está en el tejado del público, que, con la gran labor de Alcock y Carey en el prólogo todavía en mente, tendrá que reengancharse a una serie que no espera a nadie, y que tenía razones para poner la velocidad de crucero durante su arranque. "Al tratarse de un conflicto generacional, hay que presentar a la generación de Viserys y después a sus hijos y a los hijos de ellos. Esas son las tres generaciones cubiertas por esta historia. Y es necesario avanzar porque los hijos de Alicent y Rhaenyra tienen que crecer y tener una cierta edad para conectar con la historia, pero una vez que ingeniamos eso, es cuando empezamos a plantearnos qué requería la historia y hacia dónde se dirigía. Fue complicado, pero estamos muy satisfechos con el resultado", sentencia un Condal que, con todos los implicados en escena, podrá sacar la artillería pesada para declarar la guerra.