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La llegada de 'Sombra y hueso' al catálogo de Netflix se torna como una de las apuestas más arriesgadas del gigante estadounidense. La plataforma ha buscado crear su propio universo de fantasía y belicismo, adaptando la popular saga literaria de Leigh Bardugo, trayendo a los espectadores una producción rodeada de tramas épicas con batallas frente a los elementos.
Escena de 'Sombra y hueso'
La ambientación es uno de los principales puntos fuertes de esta producción. La historia tiene lugar en la ficticia ubicación de Ravka, un lugar con gran influencia soviética, como puede apreciarse tanto en la simbología como en los apellidos de los personajes más protagonistas. Y hablando de figuras relevantes en esta historia, no podemos pasar por alto a Alina Starkov, la pieza clave en torno a la que se mueven la mayor parte de los engranajes de la ficción.
El primer capítulo está prácticamente dedicado a explicar quién es, algo fundamental para alguien que no conozca su historia desde los libros, pero que, en algunas ocasiones, se vuelve algo reiterativo. Es cierto que esos primeros cincuenta minutos pueden no conseguir crear una necesidad imperiosa en el espectador para darle al play del siguiente capítulo; no obstante, las tramas sí que reman a favor de obra.
Archie Renaux junto a Jessie Mei Li en 'Sombra y hueso'
El desarrollo del resto de personajes consigue ser algo mucho más pausado, permitiendo ver diferentes matices en cada uno de ellos e ir descubriendo todo lo que les envuelve. Será muy interesante ver los bandazos de Alina a lo largo de la historia una vez ha descubierto cuál es el gran poder que esconde y, lo más importante, cómo los intereses ajenos a ella empiezan a condicionar sus días.
Elementos diferenciadores, fantasía y solvencia
La magia es uno de los principales elementos diferenciadores de 'Sombra y hueso' en comparación con otras producciones que mantienen los conflictos bélicos como puntos clave de referencia. Aquí lo importante no es quién vence, sino ser partícipe de cómo los poderes pueden llegar a hacerle plantearse a los protagonistas si el bando en el que juegan es el correcto o no. Precisamente, esa ética es lo que motiva que, con el paso de los capítulos, puedan aparecer villanos en el terreno de juego que no se esperaban hasta entonces.
En definitiva, Netflix ha sabido jugar muy bien sus cartas, encontrando un equilibrio más que solvente entre el inicio de una producción ya conocida por muchos seguidores de la Trilogía Grisha de Leigh Bardugo, una ejecución impecable de los escenarios en los que tienen lugar las diferentes vivencias de los personajes y una imagen con una capacidad más que palpable para conseguir que el espectador se sienta inmerso en ese mundo inventado. ¿Serán capaces de conseguir un fenómeno social como ha ocurrido con otras ficciones?