El Entrego, una localidad en Asturias, está en medio de una gran revuelta debido al posible cierre del cementerio local, un conflicto que debe ser resuelto antes de fin de mes para evitar su cierre definitivo. El alcalde, José Ramón Martín Ardines, se ha comprometido a abordar este importante problema en colaboración con los ciudadanos del pueblo, un asunto que abordó 'Y ahora, Sonsoles' el pasado 14 de marzo.
Un equipo del programa de Antena 3 se desplazó a la localidad con la intención de dar voz a los vecinos, quienes expresaban con desesperación su necesidad de ayuda. A pesar de confiar en el alcalde, se encontraban notablemente molestos por su ausencia en el momento de la visita del programa dado que, en lugar de acompañarlos, Martín Ardines había asistido a la inauguración de un evento. "Lo suyo son las cámaras, los acontecimientos y las cosas culturales", criticaba una vecina.
Conexión Sonsoles y José Ramón Martín Ardines
Ante el descontento de los ciudadanos de la localidad, el programa buscó calmar las aguas conectando en directo con el alcalde. Este, al hacer su entrada en la conexión, admitió estar en un acto de promoción económica en ese momento. Sin embargo, lejos de tranquilizar a los vecinos, la situación se tensó cuando José Ramón comenzó a promocionar el evento en cuestión, sin siquiera mencionar el problema central, el cierre del cementerio. Esta actitud enfadó incluso a la presentadora del programa, quien no dudó en mostrar su disconformidad.
"Alcalde, no. Yo no le he llamado para esto, eso no me lo haga. A la cuestión, alcalde, que si no me voy a enfadar. Porque entonces ya me va a parecer una falta de respeto a los vecinos y a este programa", sentenció Sonsoles Ónega en un tono muy serio. Después de las palabras de la presentadora, el alcalde volvió al tema de los cementeros. "Al grano, tenemos cinco cementerios, cuatro de ellos parroquiales", aseguraba Martín Ardines, tratando de reconducir la conexión en directo.
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Todo depende de la jubilación del propietario
La problemática de El Entrego se originó en 1993, cuando el obispado vendió el terreno del cementerio a una empresa privada por una cantidad que actualmente equivaldría a 600 euros. En la actualidad, el alcalde ha intentado recuperar el cementerio, pero el propietario exige una cantidad mucho mayor a la ofrecida. Además, afirma haber estado advirtiendo de su decisión durante los últimos cuatro años, sin que nadie le prestara atención, en medio de la indignación de los vecinos. "Yo tengo aquí a mis padres, a mis abuelos, tengo todo (...) Es denigrante, es que es denigrante", decían mientras exigían al propietario empatía.