Serie relacionada
Los dos primeros episodios de 'The Last of Us' denotaban un cariño inmenso por el videojuego original, cristalizado con unos valores de producción impresionantes y una atención al detalle tan obsesiva como la de Naughty Dog, pero el tercero es el que realmente justifica la existencia de la serie. A lo largo de más de una hora de excelencia televisiva, en el que es desde ya el principal candidato a mejor capítulo del año, la serie de HBO se desvía completamente de lo visto en la obra jugada en PlayStation para plasmar un romance que aporta una aislada dosis de esperanza y ternura en medio del apocalipsis.
En "Mucho mucho tiempo", arrancamos siguiendo a Joel y Ellie en lo que parece que será una travesía ideal para que se conozcan mejor y finalmente entierren las fricciones que les separan, pero el guionista y showrunner Craig Mazin subvierte todas las expectativas al poner el foco sobre Bill, a quien ya conocimos de oídas en el primer capítulo como el contacto de Tess y Joel para conseguir ciertas mercancías. De vuelta a 2003, cuando estalló la pandemia de cordyceps, bajamos al sótano del superviviente encarnado por Nick Offerman, que era probablemente la persona mejor preparada para el fin del mundo.Nick Offerman y Murray Bartlett en 'The Last of Us'
En vez de seguir las indicaciones de evacuación de FEDRA, Bill se queda en su ciudad y, poniendo en práctica sus conocimientos como preparacionista, asegura con vallas un perímetro para mantenerse alejado de los infectados, y del resto del mundo. Sin embargo, un día un hombre llamado Frank cae en una de sus trampas y, tras convencer al escéptico Bill de que no tiene malas intenciones, acaban estrechando un vínculo romántico que se extiende con el paso de los años. De esta manera, se hilvana una preciosa historia de amor mientras la sociedad, fuera de este remanso de paz, vive un cataclismo sin precedentes.
Para brindar esta conmovedora parada en el camino, Mazin y Neil Druckmann también han transgredido las normas a su manera al descartar los eventos del videojuego, en el que nunca se veía a Frank con vida. De hecho, Joel ni siquiera le conocía y el jugador tan solo tenía la posibilidad de saber más de él a través de un par de notas, que revelaban que su intención era huir a Boston y dejar atrás a Frank por su rígida forma de entender la supervivencia. La serie cambia completamente ese planteamiento y lo mejora en todos los sentidos, recorriendo dos décadas de la mano de dos personajes opuestos y a la vez complementarios.
Fresas y lágrimas
"Lo he visto 200 veces y todavía me hace llorar", reconoce Mazin en el vídeo tras las cámaras del episodio, en el que Druckmann expone la idea detrás del capítulo: "En cada episodio hay una reflexión sobre adónde te puede llevar el amor. Y este muestra la versión inocente y pura. La belleza que nos puede dar el amor". Además, el codirector del juego original también ha explicado a Variety cómo surgió esta desviación: "Craig tenía ideas muy locas sobre lo que teníamos que hacer con estos dos personajes. En cuanto las presentó, me enamoré. Era simplemente precioso. Sentí que era un cambio que merecía la pena por lo que nos iba a aportar".
Una vez aceptado este rumbo, ambos se rodearon del talento necesario para que el resultado resultara creíble. "Teníamos que hablar con gente que hubiera estado en una situación similar y darles espacio para que nos dijeran qué estaba bien o mal representado. En este episodio tuvimos mucha suerte porque Murray es un hombre gay casado de mediana edad, el director Peter Hoar que hizo un trabajo maravilloso es un hombre gay casado de mediana edad, el editor Tim Good es un hombre gay casado de mediana edad, el productor Cecil O'Connor es un hombre gay casado de mediana edad...", apunta Mazin en el podcast oficial de la serie.
Murray Bartlett en 'The Last of Us'
Así pues, con todas las sensibilidades alineadas en la misma dirección, solo faltaba que Offerman y Murray Bartlett hicieran su magia ante la cámara. Para ello, fue vital contar con un director como Hoar, que venía de deslumbrar con 'It's a Sin', era fan del material original y también cayó rendido ante la revisión de esta sección por suponer un parón en el "agotamiento emocional" característico del resto de la historia. "Han vivido el mejor apocalipsis entre todos los personajes. Han pasado 20 buenos años el uno con el otro. Han tenido un lugar seguro o relativamente seguro. ¡Han tenido fresas! Es una hermosa historia sobre la esperanza", defiende el cineasta en declaraciones a Variety.
Y es que ahí radica el verdadero valor del capítulo, en que, pese a su trágico cierre, hay margen para vivir a fondo una conexión auténtica y sincera hasta en un mundo que se hunde. "Muestra la felicidad y el dolor inherentes al amor. Y aunque Bill muere, y en el videojuego no, es un final feliz porque ha llevado una vida completa", afirma Druckmann que, mientras seguimos secándonos las lágrimas, nos ha recordado con un tuit que todavía quedan unas cuantas curvas emocionales por delante: "¿Por qué está llorando todo el mundo? ¡Este era el episodio feliz!"