Pese a compartir el grueso de su trama con el videojuego, 'The Last of Us' no quiere ser una simple imitación. Así lo demostró el primer episodio con una escena inicial totalmente inédita, que nos invitaba a ser un miembro más del público de un sesentero programa de televisión, y el segundo capítulo ha recurrido al mismo mecanismo para llevarnos de viaje a Yakarta. En esta ocasión, seguimos a una micóloga requerida por las fuerzas militares indonesias para analizar uno de los primeros cuerpos humanos infectados por el cordyceps. De esta manera, se nos saca de la burbuja norteamericana para redirigirnos puntualmente a la masificada ciudad asiática, que ya había sido mencionada en el piloto como posible lugar de origen de la pandemia, y, de camino, se nos desconcierta una vez más para que no pensemos que todas las reglas de la serie ya se escribieron en la obra original.
En inglés, este tipo de prólogo televisivo es conocido como cold open y sirve para engancharnos y presentar lo que veremos a lo largo del episodio. Sin embargo, cada proyecto que abraza esta práctica la aborda de manera diferente, aunque 'The Last of Us' tiene un referente bastante evidente, que ha sido reconocido por el propio showrunner Craig Mazin en el podcast oficial de la serie: "Algo que podemos hacer en televisión que no se puede hacer en algo más lineal como una película o un videojuego, donde alguien puede jugar toda la noche, es que al tener episodios contamos con comienzos y pausas. Lo bueno de parar es que puedes comenzar de nuevo. Cada arranque es una nueva oportunidad para reorientar a la gente o desorientar. Yo soy muy fan de la desorientación. He visto a Vince Gilligan practicarla desde hace mucho tiempo".
Christine Hakim en 'The Last of Us'
Así pues, el responsable de 'Chernobyl' ha reconocido la influencia del guionista de 'Expediente X', que en 'Breaking Bad' llevó las introducciones a otro nivel de brillantez. Entre las más memorables, por ejemplo, se encuentra la del primer episodio de la segunda temporada, que se teñía de blanco y negro para mostrar los restos de un peluche, desconcertando al público al mismo tiempo que avanzaba lo que estaba por venir. Algo similar se hizo a lo largo de 'Better Call Saul', y 'The Last of Us' ha recogido el testigo y ha hecho suyo este arte.
"Tienes estos cinco o seis minutos al principio de cada episodio en los que el público está en su punto más receptivo. Están abiertos a sentirse confundidos, desconcertados y perplejos siempre y cuando luego les conduzcas a algo concreto. Y nosotros queríamos ofrecer algo más que una historia de origen. Queríamos ver cómo sería al comienzo del todo, porque ahora hemos aprendido mucho al respecto. Y queríamos enseñar que era algo global, que no era algo exclusivo de Estados Unidos", añade Mazin.
Por su parte, el cocreador de la adaptación y del videojuego original, Neil Druckmann, ha manifestado la divergencia que supone en particular el inesperado salto a Indonesia: "Es una desviación enorme con respecto a cómo hicimos el juego, que era una especie de carta de amor a Estados Unidos, así que tomamos la decisión consciente de no abandonar la perspectiva estadounidense". Y, de hecho, el plan original de la serie era aún más internacional, ya que no se limitaba a la perspectiva de la experta en hongos, sino que recorría más puntos del globo terráqueo.
Ideas descartadas y teorías confirmadas
Si el primer episodio iba a arrancar con una secuencia más centrada en la terrorífica expansión del cordyceps a nivel biológico, el segundo iba a recurrir a un despliegue más ambicioso, pero quizá menos conciso. "Originalmente, teníamos planeado un montaje en el que veíamos un montón de lugares alrededor del mundo y qué había sucedido con ellos, pero no teníamos dinero para hacerlo. Aun así, pensamos que sería interesante ver dónde había comenzado todo", explica Mazin, que partiendo de esa idea fue dando forma a una presentación más contenida que sirviera para plasmar por qué el universo de la serie había sufrido un giro irreversible.
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"Para mí era muy importante que la gente entendiera que no había nada que se pudiera hacer en ese punto para mejorar la situación, más allá de lo impensable", apunta el guionista, haciendo referencia a la única solución que se le ocurre a la micóloga: lanzar una bomba para atajar la propagación de raíz. Además, la secuencia alimenta (y confirma) las teorías de que hay un producto en especial que ha sido clave en el impacto global de la infección, ya que el militar señala que la infectada atacó a sus compañeros en una fábrica de harina y, teniendo en cuenta que Yakarta alberga el mayor centro de producción de harina del mundo, tiene sentido que sea la zona cero de la pandemia y desde donde se exporta al resto del planeta.