Nos encontramos a mediados de 2019 y ya tenemos serias candidatas a copar tops de mejores ficciones del año. 'Years & Years' destaca por su ácida y clarividente mirada del futuro, 'Muñeca rusa' ha sabido sumirnos en su bucle temporal y emocional, 'Lo que hacemos en las sombras' ha insuflado vida a una fórmula tan manoseada como el mockumentary y 'Tuca y Bertie' ha puesto el foco en un relato de feminismo aviar imprescindible de comienzo a fin.
En todas ellas la comedia juega un papel vital, que engrasa sus maquinarias y las dota de un ritmo excepcional. Además, comparten el hecho de ser nuevas propuestas e instantáneos referentes de la era dorada de la televisión contemporánea. Y si acotamos un poco esta selección, 'Tuca y Bertie' y 'Lo que hacemos en las sombras' son las que más apuestan por un estilo descarado y sin filtros, totalmente reivindicable en una época en la que la corrección política se está convirtiendo en una plaga bíblica.
La evolución de 'BoJack Horseman' que fulmina al patriarcado
Una mano señala a Tuca
'Tuca y Bertie' es una serie vibrante y viva, no solo por sus diálogos y situaciones veloces, sino por cómo su creadora, Lisa Hanawalt, ha explotado la fertilidad imaginativa de la animación hasta el límite. Buena muestra de ello es la gran personalidad de Pajarovia, la ciudad en la que las dos protagonistas superan los desafíos de la treintena, mientras sus traumas internos salen a flote para hacer aún más atemporal su travesía. En las aceras, terrazas, locales, servicios de transporte... hay detalles constantes, que beben de los gags visuales de 'BoJack Horseman', y que despiertan una sonrisa de forma totalmente orgánica.
Al fin y al cabo, Hanawalt ha forjado su estilo creativo en el desgarrador universo creado por Raphael Bob-Waksberg, y en 'Tuca y Bertie' va un paso más allá para demostrar que tiene mucho que decir y que aportar al terreno de la comedia animada para adultos. En primera instancia, todos los estímulos que nos arroja a la cara, con un uso tan intensivo de los grafismos y la música, pueden resultar un tanto abrumadores, pero, una vez superado el choque inicial, es imposible no sentirse atraído por el explosivo equilibrio entre la tragedia y el humor en el que habitan Tuca y Bertie.
Tuca y Bertie planean una rebelión en el trabajo
Desde la cabecera, se nos avisa de que nos encontramos ante una serie más alocada y deslenguada que 'BoJack Horseman'. No obstante, al igual que aquella, 'Tuca y Bertie' basa toda su comedia en la construcción de dos personajes profundamente humanos, que afrontan la vida de manera totalmente diferente. Mientras que Tuca es el paradigma de la extroversión y la inmadurez, incapaz de mantener un trabajo y de organizar su vida de manera coherente, Bertie es mucho más responsable y retraída. Por lo tanto, estas mejores amigas se complementan de manera natural, pero al dejar de compartir piso en el primer episodio comienzan a recibir bofetadas de realidad de la inevitable vida adulta.
Aparte de amistad, las aves dobladas por Tiffany Haddish y Ali Wong comparten imperfecciones e inseguridades, las cuales se abordan de manera directa en diferentes puntos de la primera temporada. Y Hanawalt no se queda en la capa superficial de temas como la explotación laboral, el acoso o los abusos sexuales, sino que indaga con mucha sensibilidad en varios de ellos para llegar hasta la raíz del conflicto, sin recrearse y sin olvidarse de su enérgico estilo. Porque, en definitiva, 'Tuca y Bertie' no solo es una experiencia emocional para el recuerdo, sino que es un festival de estilos visuales, revestido por un espíritu libre, frágil y tremendamente humano.
Una transfusión de comedia pura
Guillermo presenta a dos vírgenes para sacrificarlos
Por mucho que apreciemos que dramedias como 'Atlanta', 'Girls' o 'Love' hayan liquidado las barreras entre ambos géneros, también es de agradecer que FX haya apostado con fuerza por 'Lo que hacemos en las sombras'. Esta comedia es totalmente consciente de sus virtudes, y, al no tomarse en serio a sí misma, evita caer en densas reflexiones para abrazar el hedonismo humorístico más placentero.
La serie parte de la película neozelandesa homónima, que con el paso de los años se ha convertido en todo un fenómeno de culto al abordar una temática tan manida como la vampírica desde el prisma del falso documental. Esa extraña y paródica mezcla funciona a la perfección en su salto a la pequeña pantalla, del que se han encargado los propios creadores de este brillante universo, Taika Waititi y Jemaine Clement. Ambos colaboradores han sabido traducir todo lo que funcionaba del film al lenguaje televisivo, con capítulos muy ágiles y autoconclusivos. Desde el hilarante piloto se sientan las bases de la dinámica entre los protagonistas, un grupo de vampiros que se ve obligado a intensificar su proceso de conquista de Staten Island.
Colin es el vampiro energético, que sustrae la vitalidad de la gente
En ese sentido, 'Lo que hacemos en las sombras' funciona como una sitcom tradicional cuando los cuatro vampiros (Nadja, Laszlo, Nandor y Colin) y el familiar Guillermo, que aspira a convertirse en un chupasangre más, desarrollan la mitología de estos seres inmortales dentro del atípico núcleo familiar. Pero la propuesta no queda ahí, ya que cada irrupción de los protagonistas en el mundo exterior, ya sea en sus intentos por conseguir representación política, sacar de fiesta a su deteriorado mentor o preparar la orgía más épica de la historia, es una aventura épica a pequeña escala que suele saldarse con un resultado impactante y memorable.
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