La final de Eurovisión fue muy medida por la organización israelí para evitar cualquier tipo de alusión política o boicot al concurso. Sin embargo, el control no fue suficiente ya que los artistas que acudieron al festival ejercieron su libertad de expresión en varias ocasiones: durante la actuación de Madonna, invitada especial de la noche, dos bailarines juntaron las banderas de Israel y Palestina; y durante las votaciones, los miembros del grupo Hatari, representantes de Islandia, alzaron banderas palestinas.
Hatari muestran las banderas de Palestina en la gala de Eurovision en Tel Aviv
Los rumores de una posible multa se han confirmado, ya que Rúnar Freyr Gíslason, jefe de prensa de la delegación de Islandia, ha estado presente en las reuniones del Grupo de Referencia de Eurovisión y la UER, y ha desvelado que habrá una sanción para el país, pero no será una cantidad elevada y no pondrá en peligro la participación de Islanda en futuras ediciones del festival.
El compromiso social de Hatari
Los componentes de Hatari han confesado su disconformidad con que el festival se celebrase en Israel: "Eurovision es algo muy bonito que se fundamenta en el sentimiento de unidad y en la paz y ahora se celebra en un país marcado por la ruptura y el conflicto". El grupo participaba con la canción "Hatria mun sigra" ("El odio prevalecerá"), cuya letra habla del poder y la impotencia, del triunfo del odio sobre el amor, y confesaron que tiene que ver con el contexto de Europa y del festival en Tel Aviv. "No podemos ignorar lo que ocurre en este país (Israel) y queríamos hacer esto para recordárselo a la gente", comentaron tras su paso por el concurso.