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El noveno episodio de 'En el nombre de Rocío' ha estado dedicado a la última etapa de Rocío Jurado, rememorando su adiós y lo que su partida provocó en la familia. Rocío Carrasco, quien no ha podido evitar derrumbarse al hablar de la muerte de su madre, ha desmontado varios testimonios que la familia mediática había propagado.
Lo primero que desmiente Rocío Carrasco es la versión de Rosa Benito en la que asegura que su madre le dijo en su momento que necesitaba cambiar el testamento, cuando nadie de la familia sabía de la existencia del mismo, según explica. "Si algo no hizo bien mi madre fue permitirles todo lo que les permitió", recriminaba la hija de la cantante, reaccionando a las palabras de la peluquera.Rocío Carrasco en 'En el nombre de Rocío'
Además, Carrasco ha explicado cómo se despidió de Rocío Jurado antes de que ella se fuese. "Todos los que estaban allí era por su mejor voluntad. Había mucha gente, demasiada. Que yo considerase que no era lo correcto, puedo pensarlo, pero es el sentimiento de cada uno y no me voy a meter en eso", decía la madre de Rocío Flores.
"Hubo un momento en la madrugada que se fue, la habitación estaba llena de gente. Pedí que se saliera todo el mundo, me tiré con ella en la cama, no estaba consciente y le dije: 'Mamá, todo está bien, no te preocupes. Los niños están bien, yo estoy bien, me quedo tranquila con Fidel, vete tranquila'. Me quedé un rato con ella, le di un beso y ya sabía que no había vuelta atrás y a las dos horas se fue, el corazón empezó a bajar el ritmo y se fue", explicaba Rocío Carrasco, desvelando cuál fue la última conversación que su madre tuvo antes de morir.
¿Sin corazón?
Otro de los episodios que Rocío Carrasco repasa en el noveno capítulo de 'En el nombre de Rocío' es la petición que le realizó Gloria Mohedano tras el fallecimiento de la más grande. "Entré en la casa y se me vino el mundo abajo porque de repente veía su casa sin ella. Me senté en un sofá del salón para tomar aire y en ese momento entró Gloria, vino a donde estaba, me dio un beso, un abrazo, y me dijo: 'Lo que a mí me gustaría para mi casa de Sevilla es ese mueble, me vendría muy bien'. Me levanté y le dije: 'Tita, ya hablamos'", recuerda, dolida.