Sinopsis
Eugenia no puede soportar que su marido le haya dejado la casa a Aída en herencia y, mucho menos, tener que compartir piso con su hija y sus nietos. Para colmo de sus males, descubre en casa un folleto de una residencia de la tercera edad y sospecha que Aída quiere echarla de la vivienda y llevarla a una residencia. Presa de la ira, se encierra en casa y se niega a abrir la puerta. Aída hace todo lo posible para que su madre la deje entrar pero Eugenia, lejos de abrir la puerta, tira sus pertenencias a la calle desde la ventana.
Aída y su familia se mudan a la nueva casa y al barrio en el que vivió su infancia. Allí se encuentra con mucha gente conocida y especialmente con su amiga Paz. Las dos son vecinas y en su reencuentro se cuentan lo que les ha deparado la vida durante el tiempo en el que no se han visto. Paz, que ejerce la prostitución, está vestida de enfermera y Aída se piensa que trabaja en un hospital. Aída está orgullosa de que Paz haya llegado tan lejos y su amiga, por miedo a decepcionarla o a perder su amistad, intenta ocultar su actual ocupación.
En el barrio donde vive Aída hay muchos niños con familias desestructuradas, con problemas de desempleo, marginación e incluso drogas. Chema tiene la iniciativa de crear un equipo de fútbol para que los chicos hagan deporte y ocupen su tiempo libre en actividades lícitas. Chema le pide a Mauricio que patrocine al equipo y compre el material que necesitan. En un primer momento, Mauricio declina la oferta pero, cuando se entera de que el dueño de la ferretería va a participar él, accede a implicarse con el equipo para ganarle una apuesta.