Sinopsis
Martín está ingresado en el hospital a causa del atropello que sufrió. El padre de Martín no tiene dudas, fueron los hijos del hombre que Martín atropelló cuando atracó la joyería. Aunque en el juicio dejaron claro que había sido un accidente, sus hijos no lo entendieron así. Por su parte, Rocío sigue con la mosca detrás de la oreja, algo le dice que su cuñado oculta algo. Y nuestra Rocío, por supuesto, no esta dispuesta a quedarse sentada y de brazos cruzados.
Luismi busca un centro de rehabilitación para César tras el abandono de su padre. Sin embargo, no es tarea fácil. Su asistencia es cara y compleja. Sólo hay un centro dedicado al daño cerebral que sea público y la lista de espera es interminable. El resto de centros son privados y piden una pasta por su ingreso. Luismi no quiere dejar en la estacada a César como lo hizo su padre, y aunque sea ilegal acogerlo en su casa a espaldas de la asistencia social y sin tener la tutela para decidir por él, prefiere estar en esa situación a desinteresarse de él por completo. Su fiel amigo y profesor en el pasado, Félix, quiere ayudarle. Lo mejor que puede hacer por César y por él mismo es llevarle a un centro donde esté atendido, aunque no sea específico para su problema.
Con la pintada del colegio, el cerco para descubrir quién dio la paliza a Alfredo se va cerrando. Parece ser que Alfredo estaba en lo cierto, su agresor fue un alumno. Por ello, la policía reabre la investigación. Revisarán las taquillas de los alumnos a ver si encuentran alguna pista que les lleve a la identidad del culpable. ¿Adivinad quién tiene todas las papeletas de convertirse, por undécima vez, en presunto culpable de la agresión al Manoplas?
Una nueva profesora en prácticas, Patricia, hace estragos entre los adolescentes del colegio. Pero quien está más encandilado e incluso, enamorado de ella, es Serpa. Seguro que se las ingenia para ligar con ella. Este chico es un "Don Juan".
Si Félix no se apaña sólo en casa sin Marisa, tampoco lo lleva mejor en sus clases. Los chavales se aburren con sus charlas teóricas. Con Marisa todo era diferente, sus clases eran más dinámicas y amenas, llegaban a hacer representaciones de las obras literarias. Félix suelta su perorata y hasta la próxima clase. Sin embargo, el Bacterio, pronto cambia de actitud. Basándose en lo que decía Unamuno, que toda persona es personaje y su vida puede ser objeto de una novela, manda a los chicos un trabajo donde cuenten la historia de su vida.