La velocidad mata

Uno de los locales de moda de Miami acoge una reunión de solteros bien situados social y económicamente y con poco tiempo libre que acuden a una cita a ciegas. Uno de ellos es Richard Laken, un hombre atractivo de 38 años. La mañana después del acto, Laken se convierte en el centro de interés del equipo del C.S.I. al ser encontrado muerto tras una brutal paliza y con su coche destrozado.

El vehículo de la víctima presenta un fuerte olor a acetona, lo que lleva a Calleigh a pensar que los daños fueron perpetrados por una mujer. Los agentes repasan la lista de chicas que acudieron a la fiesta y localizan a Mary Kinnan, una peluquera que tiene fácil acceso a grandes cantidades de acetona. La chica se sorprende de la muerte de Laken, si bien admite que fue ella quien arrojó acetona a su coche porque aunque el chico había terminado su relación con ella argumentando que iba a volver con su “ex”, Kinnan le vio en la fiesta alternando con otras chicas. Además, les comenta que Laken tenía mucha prisa por abandonar el local esa noche y Horatio piensa que ésta podría ser una de las claves para la resolución del caso.

Un trabajador del local asegura que Richard estaba emparejado con Rebecca Briggs al final de la velada. Rebecca confiesa que ella propició el acercamiento hacia Richard porque le conoció en una velada anterior y sospechaba que él había robado en su apartamento. Además, admite que tuvo una pelea con él antes de que el chico se fuera de la fiesta. Caine y Tripp acuden a casa de Rebecca y constatan que fue víctima de un robo, pero las huellas dactilares que encuentran no corresponden a Laken, sino a Chad Gilbert, otro asiduo de las citas a ciegas.