Caída libre

Unos traperos urbanos descubren en un hotel abandonado los cuerpos de dos hombres. Están tumbados en una bañera y presentan sendos disparos en la parte posterior de la cabeza, como si hubieran sido ejecutados. Uno de ellos, García Vargas, está muerto y su hermano, Mariano, está gravemente herido.

En el hogar de una de las víctimas, los forenses descubren grandes cantidades de dinero escondidas. Las ratas han mordisqueado los billetes, por lo que los agentes deducen que llevan ocultos mucho tiempo. Los C.S.I. sospechan que se trata de un caso de blanqueo de capital y deciden incluir en la investigación a Peter Elliot, miembro del Departamento de Hacienda de Estados Unidos.

A partir del robo de un coche en el exterior de un banco, los agentes centran sus sospechas en Leo y Sienna, unos ladrones que arrojaron cientos de dólares por un puente antes de ser capturados por la policía. Danny Harper, dueño del Corvette sustraído, indica que mientras sacaba dinero del cajero automático, Leo y Sienna le quitaron el coche. En cuanto al dinero robado, comenta que los ladrones lo cogieron de una furgoneta cercana.

El director del banco, Jason Adams, admite finalmente que está ayudando al dueño del hotel a blanquear el dinero que obtiene de modo ilícito. Los forenses lo sitúan en la cima de los sospechosos cuando encuentran en la camisa de Mariano una mancha que concuerda con una señal usada por los banqueros para detectar dinero falso.