Lisboa era una fiesta

El capítulo arranca en abril de 1974. El día 25 estalla súbitamente en Portugal “La Revolución de los Claveles”. Aparentemente, este hecho no debería afectar a los vecinos del barrio de San Genaro, más preocupados por la continua escalada de los precios y de la inflación. Pero la revolución afecta de forma directa a Mercedes y Antonio porque el redactor jefe de Pueblo encarga a Toni que se marche a Lisboa para informar desde la capital portuguesa sobre el acontecimiento. Desde ese momento, la familia Alcántara y sus vecinos siguen con intranquilidad lo que allí sucede.

En Lisboa, Toni conoce a Carmen, una fotógrafa a la que da vida la actriz portuguesa María de Medeiros, que le servirá de guía en una ciudad cuya tranquilidad se ha visto alterada por la irrupción de este levantamiento militar. Ella le descubrirá que todo es posible en una revolución. El amor surgirá y lo que pasará entre Toni y Carmen sólo ellos pueden contarlo.

Para reconstruir el ambiente de la Lisboa revolucionaria no se han escatimado esfuerzos. Se han visionado decenas de minutos del archivo de la televisión pública portuguesa y películas para reconstruir los hitos más importantes de los días 25 y 26 de abril. El rodaje de las secuencias en las calles lisboetas supuso además un esfuerzo extra para el equipo de producción. “Hemos tenido que encontrar calles y rincones que coincidiesen exactamente con los escenarios reales recogidos en las imágenes de archivo, adaptar los uniformes militares, contratar figuración de habla portuguesa y encontrar vehículos militares que pudiesen parecer del ejército portugués” explica Miguel Forneiro, director de producción.

En su tienda, Mercedes comprueba que los negocios van mejor desde que Inés ha vuelto a trabajar allí. Su hija le ha dado un aire más moderno, y gracias a ello, se están haciendo mejores cajas. Pronto veremos que Mercedes no es la única que se da cuenta de que su tienda tiene mucho futuro…

Hay algo que no ha cambiado: Antonio sigue soñando con un nuevo coche. La mala racha de la cooperativa ha acabado y desde que Antonio dejó de relacionarse con Don Pablo, la imprenta marcha muy bien. No dejan de llegar nuevos clientes. Y Antonio, deslumbrado por sus nuevas amistades, se empeña en llevar un ritmo de vida superior al que le corresponde. Quiere ser y tener más. Comienza a frecuentar unos círculos que hacen cambiar algunos aspectos de su vida y en un principio parecerá que todo son ventajas para Antonio.

También Carlitos quiere mejorar su economía. Desde que Luis trabaja en los futbolines de Cervan, es la envidia de todos sus amigos. Y es que los niños pronto descubren que el dinero es un método infalible para ligar. En el colegio, el pequeño Alcántara sigue acumulando suspensos y Don Severiano ya no puede más. A pesar de sus ganas de trabajar para ganarse un sueldo, y sobre todo para tener más éxito con las chicas, comprobará que lo mejor que puede hacer a su edad es seguir estudiando.

Aunque ha vuelto a la tienda y parece ilusionada con Meyni, lo que de verdad le sigue apasionando a Inés es el teatro, algo que influirá en su matrimonio. Eugenio no entiende tanta dedicación de su mujer al escenario pero intentará disimular y se afanará en mejorar su propia situación profesional. A la vez que trabaja en la imprenta con Antonio, prepara unas oposiciones para profesor con las que quiere conseguir la tan ansiada estabilidad laboral.

En la vida de Herminia también se vislumbran cambios. “Su amigo” Alfredo, con su galantería, hace renacer en ella ilusiones de adolescente aunque siga preocupada por el “qué dirán”.