Sinopsis
"Los Reyes habían quedado atrás y ante nosotros se extendía, pavoroso, el mes de enero. Yo no era consciente de nuestros problemas, pero si entraba en la sala veía a papá echando cuentas y a mamá sacando dinero de un bote donde guardaba sus escasos ahorros, esos que cada fin de mes servían para pagar las últimas lentejas con chorizo o la inesperada factura del fontanero". Estas palabras de Carlos adulto acompañan las imágenes de Antonio y Mercedes, él más tranquilo y ella angustiada, que buscan y no encuentran cómo superar "la cuesta de enero", verdadera prueba para las economías maltrechas que habían cometido algún exceso en las fiestas navideñas: "si no nos hubieses llevado al circo ahora estaríamos mejor, Antonio, pero te empeñaste y...", "ver vuestra emoción, vuestras risas, no tiene precio". Cerca de ellos está Herminia, que asigue las imágenes de un reportaje sobre El palmar de Troya. Carlos, que los ha observado sin ser visto, cierra la puerta con un gesto de cansancio. Por el pasillo encuentra a Inés, que lo saluda con un "How are you, baby?", "vaya rollo de familia, unos echan cuentas todo el día y otra habla como los indios". Menos mal que Carlos se refugia en su dormitorio, donde Toni lee sobre su cama un pequeño libro. "¿Qué es eso?" Toni silabea el título: "La revolution sexuelle", de Wilheim Reich. Carlos no entiende y su hermano le explica que está en francés. "Pero si tú no sabes francés". Toni le traduce el título y añade que, bueno, no lo habla pero entiende muchas palabras. "¿De dónde lo has sacado?" "me lo ha prestado Marta", ¿y de qué va?", Toni se ríe de él, Carlos insiste y Toni acaba mandándolo a paseo.
Herminia conversa junto a la puerta con Doña Valentina, que está como poseida: "¡Ay, Herminia, que también a mí se me apareció la Virgen esta tarde!" Herminia se hace cruces ante semejante revelación y procura calamrla. Pero la otra se va proclamando a voces la aparición. "Pobrecilla, con esto del Palamar se le ha ido la cabeza", comenta Herminia a Mercedes mientras preparan la mesa para cenar.
Durante la cena familiar se habla de Doña valentina y El Palmar, pero suena el timbre de la puerta y, extrañados, decide Antonio abrir. Nada más hacerlo, un hombre se arroja en sus brazos: "¡Antoñito, eres tú!¡cuánto te pareces a tu padre!" Antonio, confundido, no sabe ante quien está, pero "¿cómo, no me reconoces? Soy Teodoro, el primo de tu madre". Antonio cree estar ante un farsante, pues Teodoro desapareció durante la Guerra Civil y fue dado por muerto. Pero el otro insiste: "¡Mírame, Antoñito! ¿No recuerdas quién te enseñó a montar en bicicleta?" Antonio se fija en aquél hombre avejentado, extremadamente pálido y de cabellos blancos. "¡Eres tú! ¿pero entonces...?" Minutos después, mientras la familia observa el enorme apetito del recién llegado, éste cuenta cómo estuvo escondido treinta años sin que nadie, salvo su hermana, lo supiese. "El problema es que mi hermana murió el mes pasado y aunque en el testamento me deja la casa, me han dado por muerto y la quieren sacar a subasta. Necesito que me ayudes, Antoñito: sé que estás en un Ministerio y que puedes solicitar un indulto, hacer algo por mí". El pobre hombre confiesa que tenía entonces dieciocho años y que su actividad política se había reducido a un carné sindical y a dar vivas a la República, pero un día fueron a buscarle y se escondió "en lo alto del ciprés, ¿te acuerdas del que había en la huerta? Pues allí sigue" . "Cambié de escondite pero no he salido hasta la noche pasada, que escapé del pueblo sin que me vieran". Antonio está impresionado, se queda solo con él y le pregunta donde va a dormir. En la cocina comenta Mercedes a Herminia su angustia: "Ya sé que hay que ayudar a la familia, pero es que nos caen todas. Apenas comenzada la cuesta de enero, hala, una boca más", "pobre hombre", "eso sí, menuda vida la suya".
Carlos comenta con Luis y Josete su decepción por el comportamiento de los mayores: siempre se meten en líos de los que no saben salir. Entran en el quiosco de Cervan, que está irritadi porque se ha enterado de lo de Doña valentina: "bah, cosas de mujeres. ¿Por qué la Virgen no se aparece nunca a un hombre de pelo en pecho?" Los tres chavales salen del quiosco con la fantasía desbordada.
Antonio habla confidencialmente con una funcionaria del Ministerio y le plantea el caso de su primo como el del pariente de un amigo: "¿Le pasará algo si se da a conocer? ¿puede pedir un indulto? Como usted comprenderá, está angustiado". La funcionaria se evade del compromiso con una disculpa.
Mercedes regatea con el carnicero. Otra mujer que aguarda su turno protesta: "con tanto discutir se nos va a ir la mañana". Mercedes se vuelve hacia las demás: "¿ya no se puede regatear?" El coro es unánime: "Apañadas estaríamos", "a ver, con cinco bocas pidiendo comida en casa" y así. Mercedes reanuda su regateo.
Sala-comedor de los Alcántara: Herminia trabaja en los pantalones, en la radio dedican a una oyente una copla de Farina. Entra Doña Valentina, que con mucho misterio quiere hablar con Herminia: "Me voy al Palmar, Herminia, siento que algo me reclama", "pues a mí tantas apariciones me dan mala espina. Que Dios me perdone pero a veces parece que los milagros están en saldo, como las rebajas de enero."
Mercedes y Herminia recogen la mesa mientras el pariente de Antonio contempla extasiado la televisión, "nunca la había visto. Qué cambiado está todo: tenéis cosas que no se conocían antes, se viste de otro modo, hay mucho más dinero..." En pantalla aparece el Palmar de Troya y Herminia sólo tiene ojos para eso. Mercedes habla con Antonio en la cocina: "¿Qué va a pasar durante estos cuatro meses, Antonio, hasta que tu primo pueda salir?" Antonio intenta tranquilizarla: "Esta noche hablaré con él, mi familia es buena gente", "ya lo sé". Ambos se abrazan, ella llorosa y el grave.
Antonio entra en el despacho de Don Pablo, que parece muy contento y le anuncia una paga extra de cuarenta duros para todo el personal "porque hoy es un día grande. Ya te habrás enterado de la noticia", "¿qué noticia?", "parece mentira, Antonio: qué noticia va a ser sino Gibraltar" "¿Gibraltar?" "¡sí, coño, Gibraltar, que no os enteráis de nada! La Onu ha aprobado en diciembre que nos devuelvan Gibraltar antes de octubre del próximo año y hoy he sabido que el Caudillo ha dado ya un ultimatum a Inglaterra ¿En qué ocupas la cabeza, Antonio, es que no te preocupa España?" "tengo muchos problemas", " también los tengo yo y estoy al pie del cañón". "Por cierto, Don Pablo, me gustaría hablarle de una persona para ese puesto que ha quedado libre". "¿el de repartidor?", "sí, se trata de una persona mayor que...", "¿es de fiar? Tendré que hacerle unas preguntas", "¿unas preguntas? Sí, claro".
Peluquería. Inés sale de la peluquería con Pili, a la que intenta animar, pues su compañera está muy asustada: "Me tengo que casar, Inés. Y yo no quiero". Después vemos a Inés que acude junto a Eugenio, que está trabajando en su andamio. Le cuenta ella el caso de su amiga mientras caminan.
Carlos y sus dos amigos han llegado hasta el descampado con la esperanza de encontrarse con los extraterrestres, pues saben que en esos lugares aterrizan. Los tres se refugian en la cabina del camión y aguardan. Josete tiene miedo pero Carlos le explica que los extraterrestres no hacen daño "si les hace un regalo para demostrar que vas en son de paz", "¿y qué les vamos a regalar?", Carlos saca de entre sus ropas el libro "La revolution sexuelle", que leía Toni la noche anterior, "está en francés, pero la Virgen sabe todos los idiomas", sus dos amigos parecen desconcertados por el título del libro y Carlos se ve obligado a explicarles con suficiencia que "son cosas que dan en la universidad para estos casos". Luego les muestra un espejito de su madre que ha traído para hacer señales a la Virgen.
Inés y Eugenio se ríen mientras caminan. Él le explica sus proyectos para la parroquia y ella le habla del Palmar y de Doña Valentina, lo que indigna al párroco.
Toni entra en casa. Relata asu padre que el de Marta ha averiguado el caso de Teodoro, que en cuatro meses habrá un indulto pero que antes no por motivos políticos. Antonio y Mercedes están preocupados. "Ya sabes que tu familia es lo primero, pero reconoce que tu pariente es lo que nos faltaba para desbaratar el mes de enero: hoy he tenido que comprar carne porque no le voy a poner huevos fritos", "tampoco le pasa nada por tomarlos; si nosotros los comemos él también podrá". Suena el teléfono, carrera de Toni que contesta y refleja decepción. "Papá, es para ti". Antonio, sorprendido, coge el aparato: es Teodoro, ha decidido volverse al escondite hasta el 1 de abril. Antonio se lo cuenta a Mercedes, que parece arrepentida por su comentario anterior, Antonio la abraza, "de otras peores hemos salido", y Mercedes comenta que "mira por donde vamos a comer carne".
Cabina del camión. Oscuridad total. Josete y Luis tienen miedo, sólo Carlos está vigilante, con los ojos alerta: "a lo mejor se nos aparece y nos lleva a dar una vuelta". Dos grandes faros se acercan a ellos. "¡Ya está aquí!" Josete, incapaz de contener su miedo, sale corriendo de la cabina y Luis le imita. Carlos, subyugado, permanece atento y se oculta para ver sin ser visto cuando los faros ya le deslumbran. En las sombras vemos, pero él no, una camioneta que se detiene con los faros encendidos. Carlos, semioculto en su cabina, se pregunta qué haría el Capitán Trueno en esta situación y pronto sabe la respuesta. De su ropa saca el libro de "La revolución sexual" y el espejito, que sitúa frente a los focos. Plano del camión, iluminado por la luz reflejada. Suena una voz :"¡Hay una luz ahí! ¡hacen señales!" "¡será la poli, que nos espera!" "¡Rápido, salgamos de aquí con la mercancía!" La camioneta se pone en marcha, hace dos bruscas maniobras para dar vuelta y salir por donde ha venido. Carlos los observa asombrado. Cuando la camioneta se aleja, Carlos sale de la cabina mostrando el libro: "¡No te vayas, quiero ser tu amigo!". Pero ya es tarde: la furgoneta ha desaparecido. Es entonces cuando Carlos descubre un bulto en el suelo que ha caído de la camioneta, se acerca a él con emoción, es un gran envoltorio, con esfuerzo logra levantarlo en sus brazos.
Salón-comedor. Toda la familia a la mesa, Antonio está impaciente porque falta Carlos. Hablan de lo que han hecho en el día, Toni quiere cambiar su regalo de rebajas, una gabardina, por una trenka, "es lo que llevan a la universidad", y así hasta que suena el timbre de la puerta, Herminia dice desde la cocina que abre ella y enseguida aparece en el comedor Carlos con el enorme envoltorio en brazos, se le nota agotado pero con los ojos febriles: "¡la Virgen me han dejado esto, la he visto!" Lo pone sobre la mesa, Toni hace un chiste sobre las apariciones, Carlos asegura que la ha tenido a pocos metros, Antonio abre el envoltorio bajo la expectación general. Aparece un jamón. Enmudecen todos, "¡un jamón! ¡entero!". Mercedes sentencia: "¡Ahora sí que creo en lo del Palmar!" Herminia: "¡Y yo en Doña Valentina!" Antonio se dispone a cortar unas lonchas, "pocas- dice Mercedes-, que tiene que durar todo el mes". Todos intervienen, la excitación es general.