Sinopsis
Es el primer día de visita al barco, en el que las dos familias conocerán a la tripulación y saldrán a navegar. Sin embargo, desde el principio, algo extraño parece suceder a bordo del “Aiglon”. Los marineros, de aspecto descuidado y sombrío, a cuyo mando se encuentra el Capitán Querubíni, parecen querer sabotear el viaje. El contramaestre, Napoleón, al que todos llaman Napo, un caradura simpático, muestra el barco a Ángel y Ramón. El barco parece descuidado y en mal estado, lo que hace creer a nuestros protagonistas que, tal vez, el Sr. Hoffman les ha engañado.
Bego y Carmen intentan disfrutar de su primer día de navegación. Pero los mareos de Carmen y la presencia de una desagradable y entrometida mujer, Helga, que dice ser la esposa del capitán, harán que las cosas se vayan torciendo.
Por su parte, Hugo, que al subir al barco se cayó al agua, conoce a una de las tripulantes, una bella argentina, con la que intenta ligar.
Eso hace que Alex, despechada, decida no pasar el día navegando y volver a casa sola, lo que se convierte en una desquiciante odisea. Alex, perdida por la isla, se encontrará con María, la vecina, y conocerá al novio de esta, Rubén, con el que María parece no pasar por su mejor momento.
Coque que, en un descuido, tira su móvil al agua, acusa a la tripulación de haberlo robado, y pide ayuda su hermano Hugo para encontrarlo. Esto hace que los dos se enfrenten a dos de los marineros, Enorme y Flaco, con quienes acaban teniendo una cómica pelea. Nerea, encargada por su madre para cuidar de los pequeños, Jerónimo y Mara, se pasa todo el día persiguiendo a éstos por el barco lo que hace que, en más de una ocasión, pierda los nervios.
Cuando Ángel y Ramón caen en la cuenta de que el mal estado y el mal funcionamiento del barco forman parte de un sabotaje, deciden tomar el mando del barco. Después de maniatar a la tripulación, con ayuda del resto de las familias, llegan a puerto dispuestos a cantarle las cuarenta al Sr. Hoffman. Una vez allí, descubren que, en realidad, Helga era la malvada hija del Sr. Hoffman que, llevada por la codicia, se quería apoderar del barco para después venderlo. Una vez aclarado el malentendido, gracias a la ayuda de Napo, los protagonistas, deciden seguir en la isla a la espera de la llegada de los primeros clientes al barco.