Sinopsis
La salida de tono de Alfonso termina con la fiesta de golpe. Julieta viene a visitar a Emilia, preocupada tras el final abrupto de la cena, pero ella corta la conversación para hablar con Tiburcio: quiere algo de él que impida que vuelvan a hacerle daño a ella o a su familia. Así, Tiburcio entrega a Emilia unos cuchillos para lanzar y le explica que debe practicar mucho.
Los Castañeda se mudan a casa de Marcela y Matías, pero allí tampoco encuentran la paz: Alfonso no duda en acusar a Emilia de haber pasado el tiempo entre rejas a cuerpo de rey mientras él recibía todo tipo de palizas. Emilia se encara, ¿quiere saber qué ha tenido que padecer ella? Se lo dirá…
Julieta admite ante Consuelo haberse equivocado al retrasar su marcha de Puente Viejo. A la par, Prudencio se entrevista con un forastero. Esto coincide con la preparación del equipaje por parte de Saúl y Julieta: se marchan ya.
Raimundo resume a Don Anselmo sus malas sensaciones respecto a Alfonso y Emilia, que se juntan a la mala espina que le da el extraño comportamiento de su mujer: la nota inquieta y cree que le oculta algo, pero no sabe qué. Mauricio sabe que el comportamiento de la Doña cambió en el momento en que recibió aquella carta, desde entonces la esconde con recelo y está tan esquiva que ni se la ve. Francisca mira al horizonte conmocionada, llora.
Severo rehúye la intimidad con Irene, y en cuanto el niño no está por medio, se marcha de las estancias comunes. La mujer empieza a acusar los esfuerzos de Severo por mantenerse alejado de ella, pero entonces, recibe una llamada que debe atender; dice tratarse una llamada relacionada con el trabajo.