El pueblo está conmocionado por la noticia de que será anegado, y Don Berengario y Esther se ponen al día con sus vidas

Puente Viejo se ha quedado conmocionado con la noticia de que el pueblo será anegado, el coronel les asegura que es una cuestión de interés nacional. Francisca y Raimundo tratarán de influir y hacer aliados para detener esta locura. Carmelo se siente culpable, fue él quien encargó la construcción del embalse para quitarle a la Montenegro, sus jornaleros, pero sus amigos evitan dar pábulo a esos remordimientos y se reparten tareas. Irene se afana por manejar y difundir información, ayudada por Anacleto, y Carmelo, movilizar a sus aliados políticos. El plazo para su llenado está previsto en un mes.

Don Berengario y Esther se ponen al día, ella le cuenta que su madre murió y él, como la conoció y se enamoró. Al parecer, desapareció, de repente y nunca supo que ella estaba embarazada. Esther no sabe bien por dónde tirar con su vida y él, le ofrece que se quede, no hay prisa ninguna.

Isaac y Elsa, después de acordarlo con Don Berengario, deciden casarse sin banquete y evitar gastos a sus amigos. Marcela y Consuelo llegan con el vestido y las flores. La ceremonia se oficia en la plaza del pueblo.

Fernando cuenta a María la noticia del pantano y ella se queda muy afectada aunque él le insiste en que no hay nada que se pueda hacer, salvo marcharse. Más tarde, mientras hace su rehabilitación con Vilches, se exige tanto que hasta la enfermera trata de frenarla. Un grito de María, muerta de dolor, detiene el ejercicio.