Sinopsis
Vilches se enfrenta a María asegurándole que no puede probar lo que dice, pero la paciente le propone un trato, retomar el tratamiento con su máxima dureza y a cambio, ella será discreta. En plena sesión, Vilches empieza a desvariar y cuando María le exige aumentar la presión, la enfermera la lleva al límite del dolor. Irene regresa con más detalles sobre Vilches, y le confiesa que teme por su seguridad, pero María le explica que Fernando vigila y que, gracias a los ejercicios, está mejorando. Fernando marcha repentinamente a Madrid para buscar vivienda. María se queda a merced de Vilches y constata que ha dado libre a todo el servicio, están solas.
D. Berengario explica a D. Anselmo que procede de una familia rica y de ahí, sacará el dinero para su hija. Su amigo comprende ahora, el origen de tantas donaciones a los feligreses y se lo agradece. Entre las vecinas se propagan los rumores sobre los cambios repentinos de Esther, su mala educación, los coqueteos descarados que se gasta y el aire modosito que simula junto a D. Berengario.
D. Berengario confiesa a D. Anselmo su frustración porque los rumores no cesan y éste le contesta que cree conocer el origen de esos cuchicheos. Mauricio asegura a Prudencio que Francisca no tiene nada que ver en esos supuestos seguimientos, de lo contrario, se lo hubiera encargado a él.
Prudencio recibe la inesperada e incómoda visita de Pablo Armero, el prestamista que en su día le amenazó. Armero sabe que ahora ya no está bajo la protección de la Montenegro y va a por él.
D. Berengario y D. Anselmo tratan de convencer a García-Morales que no llene del todo el embalse y saldrán beneficiados, tanto la comarca como Puente Viejo. Cuando parece que lo está reconsiderando, echa por tierra esa opción y alega que cumple órdenes. También Francisca le visita y, al constatar que el subsecretario persiste en su actitud, le advierte que está cometiendo el error de subestimarla. Carmelo y Severo continúan con su plan y enredan a Fernando en la venganza de Francisca. Según le dicen, la Montenegro es la culpable, tanto de los atentados como del llenado del embalse. Fernando les dice que lo pensará, pero los amigos saben que ha tragado el anzuelo.