Sinopsis
Una pareja de adolescentes decide coger el Porsche de su padre y darse una vuelta. Van muy de prisa y el chico, Keith, empieza a toser sangre. Su novia se asusta y provoca un accidente.
La doctora Cameron presenta el caso: un chico de 16 años que ha sufrido un golpe con un coche ha estado entrando y saliendo del hospital con hemorragias internas durante tres semanas. House lo atribuye al accidente pero Cameron dice que había empezado a sangrar antes del choque. Por otra parte, House se enfrenta a su adicción a la vicodina, unas pastillas que toma para el dolor de la pierna. Cuddy le plantea un reto: si se abstiene de tomarlas durante una semana ella le ofrece liberarlo de pasar consulta durante un mes.
De vuelta con el chico de 16 años, Cameron cuenta al resto de equipo que puede que tenga una anemia hemolítica no hereditaria, lo cual es increíblemente extraño. House baraja la posibilidad de que sea meningitis. Gregory reúne a los médicos para pensar entre todos qué causa los síntomas del paciente Les indica que realicen análisis para ver si descubren una infección, lupus, cáncer o alguna toxicomanía.
Hablando con el padre del paciente, Cameron descubre que la madre murió de cáncer de páncreas hace poco tiempo, y todos temen que Keith pueda tener la misma enfermedad. También se plantean la hepatitis E, una enfermedad rarísima en el país pero que no resulta una idea tan descabellada teniendo en cuenta que el chico viajó al extranjero cuatro veces en el último año. Cuando van llegando los resultados de las pruebas que encargó House ven que en todos los casos dan negativo.
Keith se queja de que le molesta algo en un ojo y no puede ver. Foreman observa un coágulo en la retina y el equipo médico se pregunta cómo es posible que algo esté causando al mismo tiempo las hemorragias internas y el coágulo. Una infección causaría coágulos pero ¿por qué ha estado oculta en el scanner que le han hecho? Chase hace un ecocardiograma del corazón y admite ante el chico que no le van a tratar el ojo y la ceguera va a ser permanente. Más tarde, Chase plantea la posibilidad de retirar algo de líquido del ojo para dejar sitio al coágulo para que se desplace por sí mismo. La intervención es un éxito y Keith vuelve a ver.
La novia del muchacho entra en su habitación y le besa. Él empieza a vomitar y los médicos lo trasladan urgentemente a la UCI. El hígado falla y Keith va a morir. El padre está enfurecido. House plantea a su equipo una contradicción: sugiere que administren una medicación para la hepatitis E aunque parece más factible que tenga lupus. Los médicos dicen que eso es absurdo y no se lo pueden explicar así al padre del muchacho. House dice algo que los deja descolocados: deben engañar a la familia del paciente sobre el tratamiento y encarga a Cameron contar la mentira porque ella inspira confianza.
Mientras, Foreman le cuenta a Cameron que House se está desintoxicando de la vicodina y desvaría. En su despacho, House suda de dolor y para luchar contra el síndrome de abstinencia se aplasta la mano con un pisapapeles y se rompe un hueso. Mientras Cameron lo cura, el padre de Keith dice que o lo tratan de lupus o se lo lleva a otro hospital. Pero cuando le aseguran que está demasiado débil para que lo muevan, el padre desiste.
Keith comienza a alucinar y Cameron se da cuenta de que sangra profusamente por el recto y entra en crisis. Una angiografía revela más hemorragias internas y un fallo total del hígado. Cameron afirma que las alucinaciones son resultado de la psicosis, lo que prueba que la causa es el lupus y necesita un hígado nuevo. Pero House sigue pensando que el diagnóstico es erróneo, aunque pide que pongan al muchacho al principio de la lista de transplantes.
En su despacho, House vomita de dolor. Foreman le lleva un frasco de vicodina para que se recobre y pueda tratar a Keith. Durante sus alucinaciones, el chico repetía el nombre de Jules y House se pregunta de quién se trata. El padre de Keith les dice que Jules era su gato, que murió hace un mes. La novia afirma que el gato dormía en la cama del chico. Foreman y Chase exhuman la mascota y House le hace la autopsia mientras un hígado llega al hospital. Cuando finalmente descubre qué tiene el muchacho, House se abalanza hacia el quirófano para detener la operación porque sabe con certeza que no tiene lupus. Se trata de una intoxicación cuyo origen son las termitas, que crean una toxina para proteger sus nidos. Según sus cálculos, la habitación de Keith debe estar infestada de termitas. El cirujano rehúsa dejar el transplante, así que House escupe para repartir gérmenes por todas partes y hacer imposible la operación.
El equipo se niega a creer el diagnóstico de House porque Keith debería haber mejorado en el hospital, a lo que el doctor responde que la toxina que afecta al joven paciente es soluble en la grasa y el chico apenas ha comido desde que lo ingresaron, así que su organismo ha tenido que quemar grasas y así el veneno se ha extendido por su organismo. House promete que 24 horas de ingesta de calorías salvarán a Keith. La operación no cambiaría nada.
Foreman y Chase van a la casa del chico y al derribar una pared de su habitación descubren cientos de termitas. House estaba en lo cierto y el chico mejora rápidamente.
Con relación a su propio problema con las pastillas, House se da cuenta de que es adicto, pero como eso no le afecta a la hora de trabajar, continuará con las drogas. Wilson se enfada con él por haber cambiado durante los últimos tiempos y haberse vuelto insoportable. House dice que ha sido insoportable desde los tres años.