Sinopsis
Se encuentra un cadáver en plena vía pública: una mujer apuñalada y con síntomas de violencia, a la que no han robado nada, por lo que todos piensan que se trata de una violación con resultado de muerte.
La sorpresa es mayúscula cuando se enteran que se trata de Vicente, un travestido-gay. Gallardo y los demás policías lo achacan a un crimen pasional, "propio de esos invertidos", pero para Samuel se puede tratar de un asesinato homófobo.
Samuel intenta alejar a su padre del peligro que le acecha, pero José ya no puede más con el acoso que este extraño y le da un ultimátum para que se aleje de él y su familia, o que se atenga a las consecuencias.
Ana, por su parte, ha tomado una decisión: va a dejar la comisaría, "aquí sólo sirvo cafés y hago papeleo", le dice a Samuel. Él la intenta convencer que eso va a cambiar, y que en pocos años va a poder ser una policía de verdad, pero a pesar de todo ella se marcha.
La investigación del asesinato les lleva a un club de espectáculos gays, al que acuden buscando información. Al no poder inculpar a nadie concreto, Gallardo detiene a todo el mundo y les lleva a comisaría.
Samuel, desconsolado por la marcha de Ana, va al parque cercano a su casa, y se encuentra con su madre, quien sin saberlo le da consejos "de madre", y le dice que José pasa varias noches a la semana fuera de casa. Samuel se emociona; y aumenta su desesperación y ganas de que su padre no les abandone.
Aparecen dos testigos que inculpan a Eloy, un asiduo al bar de copas en el que Vicente había sido visto antes de fallecer. Se trata de un profesor de literatura que va a ser de gran ayuda para Samuel más adelante, cuando sea un adolescente. Para Gallardo todo está solucionado, ya tiene un culpable pero por el contrario, Samuel le quiere proteger.
Eloy se defiende, apuntando que Vicente tenía tratos con los de Falange y Cristo Rey, que a él le parecía raro, ya que estos odiaban a los homosexuales. Finalmente, se descubre que el asesino era Perlado, jefe del grupo falangista, que tenía amores secretos con Vicente. Al no acceder a dejar a su mujer, Vicente le había chantajeado con contarlo todo, y a Perlado no le quedó más remedio que matarle.
Ana y Samuel se dicen en medias frases que sienten algo el uno por el otro, lo que da ánimo renovado al policía.