Robos y supuestas agresiones

Todos los empresarios del polígono donde se encuentra Armasa tienen una reunión con Arturo porque ha habido una serie de robos. En principio, plantean hacer turnos por la noche para que cada una de las empresas controlen que no se robe más. El primer turno le toca a Armasa. Arturo, Fermín y Marcos son los encargados de vigilar. Mientras los dos primeros están fuera, Marcos oye un ruido dentro de la nave y cree que son los ladrones. Armado con una escopeta, consigue golpearse a sí mismo y cae desplomado. Una vez despierto, cuenta la película a su manera: se ha tenido que enfrentar a cinco ladrones encapuchados. El problema es serio, ya no son sólo ladrones sino también agresores.

En otra reunión con la gente del polígono, Arturo decide contratar a un hombre de seguridad. Para ello, les pide un adelanto de 6.000 euros que, por supuesto, él no paga. Es más, se queda con todo el dinero a excepción de 500 euros que lo utiliza para contratar los servicios de Darío, nuestro recurrente investigador privado. En Armasa, Fermín, Arturo y Marcos consiguen que los ladrones salgan huyendo cuando intentan entrar en la nave. Con la suerte de encontrarse una furgoneta con el material robado. Por supuesto, padre e hijo piensan lo mismo: quedarse con todo. A pesar de todo, Darío seguirá investigando.

En el último episodio, Mónica decidió apuntarse a una caravana de mujeres. Toribio es el nombre de la conquista de la tía de Susana. Es el típico señor que no ha salido de su pueblo, así que le acompañan sus fieles animales: una cabra y algunas gallinas. En fin, todo un lío en una casa, como la de la familia Mata, en la que, precisamente, no sobra el espacio. Las quejas de la familia no tardan en llegar: todos quieren que Toribio vuelva al campo. Sin embargo, cuando Arturo y Gloria se dan cuenta que el hombre tiene una situación económica de lo más holgada, no tardarán en intentar engañarle.

Mientras tanto, la mujer de Arturo sigue trabajando en el bufete de César. Gloria empieza a notar ciertas actitudes sospechosas por parte del abogado. Todo se confirma cuando escucha una conversación en la que César le reconoce a su ex mujer que se ha enamorado de otra mujer. Dado lo comprometido de la situación, Gloria le dice a su marido que quiere dejar el trabajo aunque no le confiesa sus verdaderas razones. Arturo le pide, por favor, que no lo haga porque está a punto de salir su juicio...

Elvira sigue echando las cartas pero ahora ha ampliado el negocio con un nuevo servicio que es contactar con los difuntos. Aunque Fermín se ríe de ella, Elvira no tarda en recibir a su primera clienta: una viuda que quiere contactar con su difunto marido. La clienta no termina de creerse las artes adivinatorias de Madame Cassandra. Así que Elvira le pide ayuda a Susana para crear la atmósfera adecuada: ruidos, luces que se encienden y apagan, etc. Raquel y Óscar, que ven a Susana, se dan cuenta de que están engañando a la clienta, que no es otra que la profesora de historia de los niños. La idea de quitarles el examen se le ocurre a Raquel que le pide a su abuela que le se lo quite ella. Elvira se niega y los niños consiguen hacerlo ellos solos.