Matar a un ruiseñor

Fiti no puede quitarse a Ana de la cabeza. Aunque intenta mantenerlo en secreto, todo le recuerda a ella. Ante esta situación considera imprescindible un cambio de aires. El destino escogido no es otro que un monasterio. Sus amigos, convencidos de que su marcha responde a su soledad, deciden buscarle una pareja. La candidata seleccionada es Anabel, la prima de José Luis. Pero, tras el primer encuentro, queda demostrado que no es la mujer que Fiti busca. Sin embargo, el encuentro sirve para que el mecánico se anime a dejar un mensaje en el contestador de Ana declarándole su amor.

Los temores ante la inminente emancipación de Teté asolan a Diego y Carmen. La apasionante experiencia laboral emprendida por la joven, unida a la apertura de una cuenta bancaria, se convierten en signos inequívocos de las ansias de independencia de la joven. Para salir de dudas, el tabernero pide a su hijo Guille que espíe a su hermanastra. Con el fin de satisfacer la solicitud de su padre, el joven decide trabajar junto a la chica en la tienda que recientemente Sergio acaba de abrir, algo que no agrada en absoluto a Teté.

Los problemas sentimentales continúan con Curro. El menor de los Serrano lamenta el escaso interés que Cristina, la chica que le gusta, muestra por él. Para seducirla compone una canción y, alentado por el apoyo familiar, se presenta al casting de “El júnior de oro”, un programa televisivo que selecciona a nuevos talentos musicales por toda Europa. Diego, consciente de las escasas dotes musicales de su hijo, intenta persuadirle para que no se presente y así evitar un ridículo irremediable.