La vigésimo quinta temporada de 'Los Simpson' vuelve a mostrar que la vida de la familia amarilla más famosa de la televisión es de todo menos tranquila. Entre otros muchos, hay dos momentos que ponen la vida de Homer patas arriba: un viaje que le tiran por tierra todos sus esquemas y el nacimiento de un bebé. El padre de familia asiste al parto de un niño en un ascensor, estableciendo un vínculo afectivo con él que nunca hubiese esperado. No obstante, hay algo de lo que no es consciente y es que Monty Burns le regala unas gafas inteligentes a través de las que le espía.
Por otro lado, Lisa Simpson sigue con sus ansias de cambiar el mundo, llegando a hacer campaña oficial contra los organismos genéticamente modificados, pero todo se tuerce cuando aparece un enemigo del pasado. Paralelamente, la pequeña entabla una especie de hermandad con otra niña, pero su decepción empezará a aflorar cuando tome conciencia de sus ideales conservadores. Ella es todo lo contrario y lleva el liberalismo por bandera.
Paralelamente, Marge tiene una gran idea. Como Springfield es la única ciudad de los alrededores donde hay nieve durante las fechas navideñas, decide reconvertir su casa de Evergreen Terrace en un hostal. ¿Conseguirá que valgan la pena esos dólares de más o provocará el caos entre los miembros de la familia? Sea como fuere, no es el único negocio que se pone en marcha.
Homer acaba metido en un buen lío tras decidir vender películas pirata. El FBI acaba encontrándole y podría enfrentarse a penas importantes. ¿Llegará a un acuerdo con los agentes o, por contra, vivirá un período a la sombra de los barrotes? Sin embargo, lo más surrealista de la temporada tiene que ver con el dependiente de la tienda de cómics: por fin ha conseguido una cita.