La temporada número treinta y dos de 'Los Simpson' comienza al más puro estilo 'El jefe infiltrado'. Monty Burns toma la decisión de adentrarse en su central nuclear como si de otra persona se tratase, buscando conocer quiénes son los empleados que peor trabajan... ¿Podrá afectarle a Homer esta inclusión y perder su empleo? Dadas sus aptitudes laborales, nada augura un buen final. No obstante, el padre de familia también debe enfrentarse a un reto mayúsculo: cuando su familia parte hacia unas vacaciones, una mujer le tienta más de lo que nadie podría esperar.
Algo completamente impensable desde la primera temporada de 'Los Simpson' es que Lisa se revelase, pero en en ámbito escolar. La señorita Hoover recibe un insulto por parte de la pequeña, quien se niega por completo a retirar las palabras. ¿Comienza una guerra sin cuartel o, por contra, Lisa terminará por disculparse? Lo que no sufre variaciones tiene que ver con el arte, pues la pequeña decide sumergirse en el arte occidental, declinando partir a un lugar donde predomine otro tipo de ocio.
La tecnología sigue manteniendo una gran presencia en esta tanda de capítulos, pues la familia descubre las noticias a través de los podcast. Nada hacía pensar a los Simpson que un sinfín de datos podrían escucharse a golpe de click. Sea como fuere, la serie nos tiene acostumbrados a las contraposiciones temporales, con los componentes de la ficción viajando hasta la antigua Roma.
Poniendo énfasis en el papel de Bart Simpson, el pequeño consigue hacerse actor de doblaje, con todo lo que eso conlleva. Solo caben dos opciones, o se hace famoso o recibirá las burlas constantes de algunos de los matones del pueblo. Si nos mantenemos en esta profesión, cabe destacar que Springfield es el lugar elegido para grabar una película de Navidad, pero en pleno verano.