Sinopsis
Una manada de animales salvajes atacan el fuselaje del avión donde se hacinan los cadáveres de los que no sobrevivieron al impacto. Jack convence al grupo de que han de incinerarlos para darles descanso eterno, evitando que los animales los desentierren para comérselos. Todos acuerdan realizar una ceremonia esa misma noche, aprovechando el fuego de la pira funeraria como señal de su posición.
Jack apoya a la señora que tenía a su lado en el avión, que lleva tres días sin comer ni beber nada, apartada del grupo y rezando por su marido. Este estaba en el baño, sección de cola, cuando sucedió el accidente. Ella cree que ha sobrevivido y que el hecho de que ellos están vivos prueba que pueden existir más supervivientes en la isla. Jack no está tan seguro de este hecho.
Pero Jack no parece encontrarse en su mejor momento, ya que empieza a ver a un señor con traje que se esconde tras los arbustos para no ser visto y en el que sólo Jack parece reparar. ¿Visión o realidad?
La comida escasea, así que Locke propone ir a cazar a una de las bestias del bosque. Sayid le da un aparato a Kate para que esta lo cuelgue en un árbol para usarlo como repetidor para localizar la señal automática, triangular su posición y acudir a la fuente emisora. Pero cuando Kate, Michael y Locke están en la caza, son embestidos por un jabalí, hiriendo a Michael y haciendo que Kate rompa sin querer el repetidor. Locke les deja y se va a cazar él solo.
Mediante flashbacks descubrimos que Locke era un oficinista parapléjico, solitario y objeto de las burlas de sus compañeros. Estaba en Australia para realizar una ceremonia aborigen llamada El Paseo pero por su condición, una vez allí no le dejan embarcarse en la aventura y ha de regresar a Estados Unidos frustrado. Sólo que, cuando despierta en la playa tras el accidente, puede mover las piernas otra vez y contempla este forzado exilio como su segunda oportunidad. Junto a los fallecidos, Locke quema su silla de ruedas.