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Roma
Roma
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Una lechuza en un arbusto espinoso

An owl in a thornbush

  • Serie: Roma (Rome)
  • Cadena: HBO, Cuatro
  • Temporada: 1
  • Capítulo: 3 (3)
  • País: Estados Unidos
  • Género: Historia Drama
  • 6 votos
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Sinopsis

A treinta millas de Roma, César envía a Voreno, Pullo y otros soldados de la caballería Nubia a una misión de reconocimiento, con la orden de avanzar sólo hasta que encuentren resistencia. “No habrá violaciones, saqueos ni incendios”, dice, y le entrega un pregón a Voreno para que lo pronuncie ante los ciudadanos de Roma.

En Roma, por la noche, un hombre vestido con un delantal de carnicero entra en la casa de Lucio Voreno. Niobe se asusta. “Tengo que ver a mi hijo”, dice mientras observa al niño que está en la cuna. Desesperada, Niobe le pide a gritos que se vaya, pero al instante se rinde cuando él la besa. “Nunca te he querido”, le dice a punto de llorar. “Pensé que Voreno había muerto… Y tú te aprovechaste de eso”. Cuando él se niega a irse de la casa, Niobe le amenaza con un cuchillo. “Si no aceptas mi amor, entonces mátame”, dice él. Niobe no puede evitarlo y cede de nuevo. En ese momento aparece su hija mayor, Vorena, y el hombre se va. La joven suplica a su madre que le cuente la verdad a Voreno. “Tú pensabas que estaba muerto. ¡Papá lo entenderá!”. Pero Niobe es tajante: “Nos matará a todos. ¡No digas ni una palabra!”.

Cada vez más cerca de la ciudad, Voreno, Pullo y su caballería se encuentran con una tropa de nuevos reclutas de Pompeyo, que bloquean el paso a Roma. Pullo no hace caso a las órdenes de Voreno y se adelanta con su espada en alto, seguido por un grupo de soldados. El pánico se extiende entre los jóvenes soldados de Pompeyo, que se dan la vuelta y huyen. Más tarde, cuando un mensajero le informa de lo ocurrido, Pompeyo se sorprende al saber que los hombres de César han avanzado con tanta rapidez. Pompeyo, convencido de que César atacará Roma directamente, le dice a Cicero y a Cato que no tiene los hombres necesarios para defender Roma, y que deben realizar una retirada táctica hacia el sur. “Puedo reunir a mis legiones allí… y después volver a tomar la ciudad”. Cato, enfurecido, le dice: “¡Has perdido Roma y tan siquiera has desenvainado tu espada!”.

Pompeyo emite una orden a los ciudadanos de Roma: todos los nobles y caballeros deben abandonar la ciudad, y cualquiera que decida quedarse y ayudar a los traidores, será considerado enemigo de Roma. Esta orden obliga a las familias patricias a posicionarse en uno de los bandos. Bruto decide entonces huir. “César es mi amigo más querido, pero lo que está haciendo… La República es más importante que cualquier amistad”, argumenta. Y cuando su madre, Servilia, decide esperar a que César regrese, su hijo le dice: “Te estás dejando llevar por la lujuria insatisfecha. Búscate un buen cirineo en el mercado y termina con esta sinrazón”.

Octavia se escapa para verse con su marido por última vez, ya que antes de que éste se vaya al exilio, Atia ha encargado que lo maten. Mientras se preparan para abandonar la ciudad, la nueva esposa de Pompeyo intenta que éste entre en razón y le recuerda que debe ocuparse de cuidar su tesoro, el oro que necesitará para alimentar y pagar a sus legiones. Pompeyo, distraído, envía a Durio, su ayudante, a que vigile el oro, cargando su cámara acorazada en un carro. De camino a la ciudad, Durio es apuñalado por uno de sus empleados, Appius, que desvía el trayecto. A las puertas de Roma, Appius y sus socios se topan con Pullo y Voreno, que sospechan de las sandalias de los soldados. Una batalla sangrienta se produce mientras los nubios intentan matar a los vigilantes del oro, pero Appius ya se ha escapado en su caballo.

Destinados a llevar a cabo su misión, los hombres de César abandonan la carreta para seguir con su entrada en Roma. Voreno está desconcertado al encontrar la ciudad abandonada e indefensa. “Los soldados de La República no huyen de esta manera… Debe de haber sido una estrategia, una trampa”. Fiel a César, desenrolla el pergamino éste le ha dado y comienza a leerlo: “Ciudadanos, he vuelto a Italia con la única intención de reivindicar mi derechos legales y morales. No deseo tener poderes que estén en contra de la ley…” Desconcertado por estas palabras, Voreno se despoja de su uniforme de soldado y le anuncia a Pullo que abandona el ejército de César. “Ya he pecado bastante”. Pullo no consigue convencerlo y cada uno se va a su casa.

De camino, atravesando las calles desiertas, Voreno se para en el santuario de Venus y reza para que su esposa siga amándole. Cuando por fin se encuentra con ella, le suplica perdón, prometiéndole alejarse si ella así lo desea. Invadida por las lágrimas, Niobe está a punto de confesar, pero Voreno la coge en sus brazos. “El pasado ya pasó. ¿Comenzamos de nuevo?”

Por su parte, Pullo encuentra el oro de Pompeyo en la carreta que llevaba Appius, y con ella, una esclava que llevaban atada. Pullo la libera y se la lleva en el carro. En esos momentos, César y la Decimotercera se acercan a su destino, ansiosos por llegar a Roma.

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Cuatro
10/07/2006 - 22:00 (Lunes)
575.000

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