Cada mañana, coloco mis auriculares en las orejas, camino del trabajo.
En cualquier lugar del mundo, por cualquier lugar del mundo, la misma acción es llevada a cabo por aquellos a los que no conozco, a los que quizá nunca conoceré.
Y en el camino hacia la rutina diaria, de repente, en un instante, surge lo maravilloso, que sin darnos cuenta pasa a nuestro alrededor sin que seamos conscientes de ello.
(fotografia de Veronica Maglione)
Añadida el: 23/02/2009
Yoko:
“Papá y Mamá habían ido de viaje a Córdoba unos días. Ese día me levanté con un ánimo diferente y especial y con tiempo por delante para tomar un buen desayuno, no como el resto de días donde un vaso de cacao era lo único que tomaba y enseguida me vestía para ir al instituto.
No, ese día tenía tiempo. Me preparé un gran tazón de leche y cacao con cereales y lo puse todo sobre la mesa de mi habitación. Llevaba mucho tiempo sin ver la tele en las mañanas y decidí ponerla mientras desayunaba. Pulsé hasta localizar los dibujos animados en el nº 5, que ya estaban acabando…
… aparecieron en la televisión las letras finales del capítulo y se fusionaron con una preciosa camada de 11 cachorros alrededor de sus padres…
… me quedé embobado mirando la pantalla… nacer para encontrarte…
… y allí estabas tú.”
Añadida el: 23/02/2009
Pequeño Yoko:
Ya ha pasado un año desde aquella tarde que te di aquella tortilla que apenas veías ya con tus lindos ojos, desde aquella tarde alrededor de las 19:30 que tomé la dura decisión y desde aquella noche que entre mis brazos te me escapabas.
Mi estantería guarda como un tesoro tu cartilla del veterinario y tu correa negra, esa que escuchabas y te hacía levantar el ánimo con un sonido que nos acompañó durante más de 13 años.
De vez en cuando te has colado en mis sueños como si aún estuvieses a los pies de mi cama velándome el sueño.
Te quiero.
Añadida el: 23/02/2009